Noticias, reflexiones, meditaciones, información, tecnología, todo lo que pueda sernos útil en nuestro diario vivir para "buscar y hallar la Voluntad de Dios en la disposición de nuestras vidas, y una vez hallada, Vivirla!!!"
viernes, 30 de junio de 2017
sábado 1 Julio 2017 : Libro de Génesis 18,1-15.
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sábado 1 Julio 2017 : Evangelio según San Lucas 1,46-47.48-49.50.53.54-55.
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sábado 1 Julio 2017 : Evangelio según San Mateo 8,5-17.
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sábado 1 Julio 2017 : Commentary Catecismo de la Iglesia Católica
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¡ LOS EFECTOS DE LA NO CONSAGRACIÓN PEDIDA EN FÁTIMA Y SUS ERRORES ESPARCIDOS ! LA SODOMIZACIÓN Y DEGENERACIÓN GLOBAL COMO POLÍTICAS DE ESTADO ¿ Ampliar el matrimonio o por esta vía destruir el santo sacramento del matrimonio y por ende el ORDEN NATURAL de la Familia, es este el terrible ERROR que persiguen ESPARCIR las fuerzas del infierno ? ¿Cuál es entonces la Armadura que Dios nos proporciona para Proteger a nuestras Familias de este Error Esparcido, ES LA ACASO LA CONSAGRACIÓN A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA ? Nos enfrentamos a nuevos y difíciles problemas que no podemos resolver solos. Los avances de la biotecnología han separado la sexualidad de la procreación y ha convertido al sexo en una recreación. Esto ha traído un sinnúmero de males como los problemas que acarrean las madres solteras y sus hijos, los problemas que trae a los hijos el divorcio, los cuantiosos problemas de salud y de inserción en la vida que conlleva el estilo de vida promiscuo y homosexual, y muchos más, la lista sería enorme si seguimos
Este aflojamiento de los amarres morales, sin medir las consecuencias de las nuevas cosas que hoy es consensualmente permisible hacer, ha penetrado en las familias cristianas que están teniendo que hacer frente a nuevos y complejos problemas morales que les superan, y no se han sabido poner una buena armadura.
Vivimos tiempos difíciles para la moral cristiana. Es por eso que debemos pedir apoyo sobrenatural consagrando nuestras familias a Jesús.
TIEMPOS EXTRAORDINARIAMENTE COMPLEJOS PARA LA MORAL
- Una viuda de misa diaria de 80 años pregunta si debe asistir a la “boda” de su nieta con otra mujer.
- Una pareja que está planificando casarse ya están viviendo juntos con la aprobación de sus padres católicos.
- Una mujer de mediana edad me cuenta que ella no asistió a la “boda” de su hermano con su novio, pero se pregunta si ella debería asistir al bautizo del niño que fue concebido por éstos dos hombre a través de inseminación artificial y de una madre sustituta.
- Una pareja sin hijos me pide la mejor clínica de fertilización in vitro.
- Otra pareja no cree que haya nada malo con su decisión de ser esterilizados de forma permanente para no poder tener hijos.
- Un amigo me contó cómo su hijo adolescente le comunicó que fue el donante de esperma para que la “esposa” de su hija y pueda tener un hijo genéticamente de ellas.
LA REVOLUCIÓN BIOTECNOLÓGICA, UN HECHO DEL QUE SE HABLA POCO
Y ESTO RECIÉN COMIENZA…
NECESIDAD DE CREAR CONCIENCIA DEL PROBLEMA EN NUESTRAS FAMILIAS
PIDAMOS AUXILIO SOBRENATURAL A JESÚS
El P.Mateo oró y prometió que iba a dedicar el resto de su vida a aquello, según lo que le permitiera su enfermedad. Pero a medida que avanzaba en su oración se sentía curado y comenzó la misión que consumiría su atención y energía hasta su muerte, a la edad de ochenta y cinco años, en 1960.
ORACIÓN CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
LA CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA A JESÚS Y MARÍA ES PARTE DE LA ARMADURA DE DIOS
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EL PRELUDIO DE LA PASIÓN QUE YA SE VIVE Y QUE LLEGARA EN SU PLENITUD A LA SANTA IGLESIA DE CRISTO ¿ Como saber cual Estación del Vía Crucis dentro de la Santa Iglesia, ahora mismo, ya se está viviendo y padeciendo ? ¿ Puede acaso María Santísima por Purisíma y Misteriosa Misericordia, DILATAR los Tiempos Previos a la Pasión y que han sido profetizados a la Santa Iglesia ? ¿ Como vendrá y que forma tendrá la figura y/o persona del Anticristo ? ¿ Que señales y eventos acontecerán en medio de la Gran Purificación que vivirá el mundo y la Iglesia ? ¿Como prepararse Física y Espiritualmente (Consagración a los Sagrados Corazones) para tales Tiempos ? ¿ Que Rol y Papel jugarían entonces los Santos Papas Francisco y Benedicto XVI, en relación a estos Tiempos previos y ya adentrados en la Pasión de la Santa Iglesia ? (Catecismo de la Iglesia Católica Nº 675) ...Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo... (Vídeo producido por el Apostolado de los Sagrados Corazones Unidos de Jesús y María)
Evangelio Seglar para el Domingo 13 del Tiempo Ordinario (2 de julio de 2017)
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
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jueves, 29 de junio de 2017
viernes 30 Junio 2017 : Libro de Génesis 17,1.9-10.15-22.
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viernes 30 Junio 2017 : Salmo 128(127),1-2.3.4-5.
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viernes 30 Junio 2017 : Evangelio según San Mateo 8,1-4.
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viernes 30 Junio 2017 : Commentary Simeón el Nuevo Teólogo
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El Papa en el Ángelus: “Dios nos libera del mal para ser gozosos anunciadores del Evangelio”
(RV).- “San Pedro y San Pablo, con sus acontecimientos personales y eclesiales, demuestran y nos dicen a nosotros, hoy, que el Señor está siempre a nuestro lado, camina con nosotros, no nos abandona jamás. Especialmente en el momento de la prueba, Dios nos extiende la mano, viene en nuestra ayuda y nos libera de las amenazas de los enemigos”, lo dijo el Papa Francisco a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus en la Solemnidad de los santos patronos de la ciudad de Roma, los Apóstoles Pedro y Pablo.
En su alocución, antes de rezar a la Madre de Dios, el Obispo de Roma recordó que, “los Padres de la Iglesia amaban comparar a los santos Apóstoles Pedro y Pablo con dos columnas, sobre las cuales se apoya la construcción visible de la Iglesia”. Ambos han confirmado con su propia sangre, afirmó el Pontífice, el testimonio dado a Cristo con la predicación y el servicio a la naciente comunidad cristiana.
Las Lecturas bíblicas de la liturgia hodierna, dijo el Papa, nos indican el motivo por el cual la fe de estos dos heraldos del Evangelio, confesada y anunciada, ha sido luego coronada con la prueba suprema del martirio. Ambos fueron liberados por el Señor y estas dos “liberaciones”, de Pedro y de Pablo, agregó el Pontífice, revelan el camino común de los dos Apóstoles, los cuales fueron enviados por Jesús a anunciar el Evangelio en ambientes difíciles y en ciertos casos hostiles.
“Al igual que ellos, subrayó el Papa Francisco, también nosotros nos reconciliamos con Dios, especialmente en el Sacramento de la Penitencia, recibiendo la gracia del perdón, somos liberados de los vínculos del mal y aliviados del peso de nuestros errores. Así – dijo – podemos continuar nuestro recorrido de gozosos anunciadores y testigos del Evangelio, demostrando que nosotros en primer lugar hemos recibido misericordia”.
(Renato Martinez – Radio Vaticano)
(RV).- “San Pedro y San Pablo, con sus acontecimientos personales y eclesiales, demuestran y nos dicen a nosotros, hoy, que el Señor está siempre a nuestro lado, camina con nosotros, no nos abandona jamás. Especialmente en el momento de la prueba, Dios nos extiende la mano, viene en nuestra ayuda y nos libera de las amenazas de los enemigos”, lo dijo el Papa Francisco a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus en la Solemnidad de los santos patronos de la ciudad de Roma, los Apóstoles Pedro y Pablo.
En su alocución, antes de rezar a la Madre de Dios, el Obispo de Roma recordó que, “los Padres de la Iglesia amaban comparar a los santos Apóstoles Pedro y Pablo con dos columnas, sobre las cuales se apoya la construcción visible de la Iglesia”. Ambos han confirmado con su propia sangre, afirmó el Pontífice, el testimonio dado a Cristo con la predicación y el servicio a la naciente comunidad cristiana.
Las Lecturas bíblicas de la liturgia hodierna, dijo el Papa, nos indican el motivo por el cual la fe de estos dos heraldos del Evangelio, confesada y anunciada, ha sido luego coronada con la prueba suprema del martirio. Ambos fueron liberados por el Señor y estas dos “liberaciones”, de Pedro y de Pablo, agregó el Pontífice, revelan el camino común de los dos Apóstoles, los cuales fueron enviados por Jesús a anunciar el Evangelio en ambientes difíciles y en ciertos casos hostiles.
“Al igual que ellos, subrayó el Papa Francisco, también nosotros nos reconciliamos con Dios, especialmente en el Sacramento de la Penitencia, recibiendo la gracia del perdón, somos liberados de los vínculos del mal y aliviados del peso de nuestros errores. Así – dijo – podemos continuar nuestro recorrido de gozosos anunciadores y testigos del Evangelio, demostrando que nosotros en primer lugar hemos recibido misericordia”.
(Renato Martinez – Radio Vaticano)
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Papa: confesión, persecución y oración. Homilía en la Solemnidad de Pedro y Pablo
(RV).- La celebración de Santa Misa de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, presidida por el Papa Francisco con los cinco nuevos Cardenales, que creó en la víspera, comenzó con la bendición del Palio de los 36 nuevos Arzobispos Metropolitanos, nombrados en el curso del año.
En la Plaza de San Pedro, con la liturgia del día, el Obispo de Roma reflexionó sobre tres palabras fundamentales para la vida del apóstol: confesión, persecución, oración.
«La confesión es la de Pedro en el Evangelio: reconocer que Jesús es el Mesías esperado, el Dios vivo, el Señor de nuestra vida»
El Santo Padre invitó a preguntarnos si somos «cristianos de salón de esos que comentan cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo, o si somos apóstoles en camino, que confiesan a Jesús con la vida porque lo llevan en el corazón. Quien confiesa a Jesús sabe que no ha de dar sólo opiniones, sino la vida; sabe que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a «arder» por amor; sabe que en la vida no puede conformarse con «vivir al día» o acomodarse en el bienestar, sino que tiene que correr el riesgo de ir mar adentro, renovando cada día el don de sí mismo. Quien confiesa a Jesús se comporta como Pedro y Pablo: lo sigue hasta el final; no hasta un cierto punto sino hasta el final, y lo sigue en su camino, no en nuestros caminos. Su camino es el camino de la vida nueva, de la alegría y de la resurrección, el camino que pasa también por la cruz y la persecución».
En la segunda palabra, persecución, el Papa reiteró que no sólo Pedro y Pablo derramaron su sangre por Cristo, sino que desde los comienzos toda la comunidad fue perseguida.
Y que «incluso hoy en día, en varias partes del mundo, a veces en un clima de silencio —un silencio con frecuencia cómplice—, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados, víctimas de una violencia incluso mortal, a menudo sin que los que podrían hacer que se respetaran sus sacrosantos derechos hagan nada para impedirlo».
«La vida del apóstol, que brota de la confesión y desemboca en el ofrecimiento, transcurre cada día en la oración»
«Una Iglesia que reza está protegida por el Señor y camina acompañada por Él», dijo el Santo Padre reflexionando sobre la tercera palabra: oración.
Y subrayó «qué urgente es que en la Iglesia haya maestros de oración, pero que sean ante todo hombres y mujeres de oración, que viven la oración».
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Papa: confesión, persecución y oración. Homilía en la Solemnidad de Pedro y Pablo
(RV).- La celebración de Santa Misa de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, presidida por el Papa Francisco con los cinco nuevos Cardenales, que creó en la víspera, comenzó con la bendición del Palio de los 36 nuevos Arzobispos Metropolitanos, nombrados en el curso del año.
En la Plaza de San Pedro, con la liturgia del día, el Obispo de Roma reflexionó sobre tres palabras fundamentales para la vida del apóstol: confesión, persecución, oración.
«La confesión es la de Pedro en el Evangelio: reconocer que Jesús es el Mesías esperado, el Dios vivo, el Señor de nuestra vida»
El Santo Padre invitó a preguntarnos si somos «cristianos de salón de esos que comentan cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo, o si somos apóstoles en camino, que confiesan a Jesús con la vida porque lo llevan en el corazón. Quien confiesa a Jesús sabe que no ha de dar sólo opiniones, sino la vida; sabe que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a «arder» por amor; sabe que en la vida no puede conformarse con «vivir al día» o acomodarse en el bienestar, sino que tiene que correr el riesgo de ir mar adentro, renovando cada día el don de sí mismo. Quien confiesa a Jesús se comporta como Pedro y Pablo: lo sigue hasta el final; no hasta un cierto punto sino hasta el final, y lo sigue en su camino, no en nuestros caminos. Su camino es el camino de la vida nueva, de la alegría y de la resurrección, el camino que pasa también por la cruz y la persecución».
En la segunda palabra, persecución, el Papa reiteró que no sólo Pedro y Pablo derramaron su sangre por Cristo, sino que desde los comienzos toda la comunidad fue perseguida.
Y que «incluso hoy en día, en varias partes del mundo, a veces en un clima de silencio —un silencio con frecuencia cómplice—, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados, víctimas de una violencia incluso mortal, a menudo sin que los que podrían hacer que se respetaran sus sacrosantos derechos hagan nada para impedirlo».
«La vida del apóstol, que brota de la confesión y desemboca en el ofrecimiento, transcurre cada día en la oración»
«Una Iglesia que reza está protegida por el Señor y camina acompañada por Él», dijo el Santo Padre reflexionando sobre la tercera palabra: oración.
Y subrayó «qué urgente es que en la Iglesia haya maestros de oración, pero que sean ante todo hombres y mujeres de oración, que viven la oración».
(CdM - RV)
(RV).- La celebración de Santa Misa de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, presidida por el Papa Francisco con los cinco nuevos Cardenales, que creó en la víspera, comenzó con la bendición del Palio de los 36 nuevos Arzobispos Metropolitanos, nombrados en el curso del año.
En la Plaza de San Pedro, con la liturgia del día, el Obispo de Roma reflexionó sobre tres palabras fundamentales para la vida del apóstol: confesión, persecución, oración.
«La confesión es la de Pedro en el Evangelio: reconocer que Jesús es el Mesías esperado, el Dios vivo, el Señor de nuestra vida»
El Santo Padre invitó a preguntarnos si somos «cristianos de salón de esos que comentan cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo, o si somos apóstoles en camino, que confiesan a Jesús con la vida porque lo llevan en el corazón. Quien confiesa a Jesús sabe que no ha de dar sólo opiniones, sino la vida; sabe que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a «arder» por amor; sabe que en la vida no puede conformarse con «vivir al día» o acomodarse en el bienestar, sino que tiene que correr el riesgo de ir mar adentro, renovando cada día el don de sí mismo. Quien confiesa a Jesús se comporta como Pedro y Pablo: lo sigue hasta el final; no hasta un cierto punto sino hasta el final, y lo sigue en su camino, no en nuestros caminos. Su camino es el camino de la vida nueva, de la alegría y de la resurrección, el camino que pasa también por la cruz y la persecución».
En la segunda palabra, persecución, el Papa reiteró que no sólo Pedro y Pablo derramaron su sangre por Cristo, sino que desde los comienzos toda la comunidad fue perseguida.
Y que «incluso hoy en día, en varias partes del mundo, a veces en un clima de silencio —un silencio con frecuencia cómplice—, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados, víctimas de una violencia incluso mortal, a menudo sin que los que podrían hacer que se respetaran sus sacrosantos derechos hagan nada para impedirlo».
«La vida del apóstol, que brota de la confesión y desemboca en el ofrecimiento, transcurre cada día en la oración»
«Una Iglesia que reza está protegida por el Señor y camina acompañada por Él», dijo el Santo Padre reflexionando sobre la tercera palabra: oración.
Y subrayó «qué urgente es que en la Iglesia haya maestros de oración, pero que sean ante todo hombres y mujeres de oración, que viven la oración».
(CdM - RV)
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miércoles, 28 de junio de 2017
Comentario al Evangelio del domingo, 2 de julio de 2017
Jesús nos invita a no vivir tan centrados en nosotros mismos. Eso es lo que quiere decir cuando habla de que debemos “perder nuestra vida”. Jesús nos pide que dejemos de mirarnos a la punta de nuestra nariz, a nuestros problemas y abramos la mano al vecino, aunque piense diferente, sea de otra raza, lengua o religión.
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jueves 29 Junio 2017 : Libro de los Hechos de los Apóstoles 12,1-11.
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jueves 29 Junio 2017 : Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9.
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jueves 29 Junio 2017 : Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 4,6-8.17-18.
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jueves 29 Junio 2017 : Evangelio según San Mateo 16,13-19.
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jueves 29 Junio 2017 : Commentary San Bernardo
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Papa: el trabajo sin la persona se vuelve inhumano
(RV).- El Papa Francisco recibió, esta mañana, a los Delegados de la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores – CISL - y destacó el tema elegido para el Congreso que celebran en Roma: «Para la persona, para el trabajo».
«Trabajo y persona son dos palabras que pueden y deben ir juntas. Porque si pensamos y decimos el trabajo sin la persona, el trabajo acaba volviéndose algo inhumano, que olvidando a las personas olvida y se pierde a sí mismo. Pero si pensamos las personas sin trabajo, decimos algo parcial, incompleto, porque la persona se realiza en plenitud cuando es trabajador, trabajadora, porque el individuo se vuelve persona cuando se abre a los demás, a la vida social, cuando florece en el trabajo. La persona florece con el trabajo. El trabajo es la forma más común de cooperación que la humanidad haya generado en su historia. Cada día millones personas cooperan simplemente trabajando: educando a nuestros niños, accionando aparatos mecánicos, tramitando trabajos de oficina… El trabajo es una forma de amor civil: no es un amor romántico ni siempre intencional, pero es un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y lleva adelante el mundo».
El Obispo de Roma hizo hincapié en que la persona no es solamente trabajo y se refirió a las numerosas formas de injusticia laboral y a la falta de empleo, en especial para los jóvenes.
Lamentando asimismo la explotación de los niños, con el trabajo infantil y de los menores en tantas partes del mundo, a los que se les niega el derecho a estudiar. Sin olvidar, las desigualdades en los sueldos y pensiones, pues no siempre se reconoce a todos el derecho a una pensión justa, el Santo Padre subrayó que «es urgente un nuevo pacto social humano, un nuevo pacto social para el trabajo», que reduzca las horas de trabajo de quienes están cerca de la jubilación para dar empleo a los jóvenes
En lo que respecta al cometido y al papel de los movimientos sindicales en la actualidad, el Papa quiso subrayar en su denso discurso «dos desafíos epocales»: la profecía y la innovación.
En el primer desafío - que señala la vocación del sindicato de dar voz a los que no tienen voz en la sociedad - puso en guardia contra la pérdida de la verdadera naturaleza profética del sindicato, que se va pareciendo demasiado a otras instituciones o poderes, que sin embargo debería criticar:
«El sindicato, con el pasar del tiempo ha terminado con parecerse demasiado a la política, o mejor dicho, a los partidos políticos, a su lenguaje, a su estilo. Y sin embargo, se falta esta típica y diversa dimensión, también la acción dentro de las empresas pierde fuerza y eficacia. Ésta es la profecía».
En el segundo desafío, el de la innovación, el Papa Francisco lamentó que «el capitalismo de nuestro tiempo no comprende el valor del sindicato, porque ha olvidado la naturaleza social de la economía, de la empresa»:
«Éste es uno de los pecados más grandes. Economía de mercado: no. Digamos economía social de mercado, como nos ha enseñado San Juan Pablo II: economía social de mercado. La economía ha olvidado la naturaleza social que tiene como vocación, la naturaleza social de la empresa, de la vida, de las relaciones, de los pactos. Pero quizá nuestra sociedad no comprende al sindicato también porque no lo ve luchar lo suficiente en los lugares de los ‘que aún no tienen derechos’: en las periferias existenciales, entre los descartados del trabajo».
Lejos de desanimarse porque la corrupción haya entrado también en los sindicatos, el Papa alentó a proseguir su compromiso social, en particular en lo que respecta a los migrantes, a los jóvenes y a las mujeres».
(CdM – RV)
(RV).- El Papa Francisco recibió, esta mañana, a los Delegados de la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores – CISL - y destacó el tema elegido para el Congreso que celebran en Roma: «Para la persona, para el trabajo».
«Trabajo y persona son dos palabras que pueden y deben ir juntas. Porque si pensamos y decimos el trabajo sin la persona, el trabajo acaba volviéndose algo inhumano, que olvidando a las personas olvida y se pierde a sí mismo. Pero si pensamos las personas sin trabajo, decimos algo parcial, incompleto, porque la persona se realiza en plenitud cuando es trabajador, trabajadora, porque el individuo se vuelve persona cuando se abre a los demás, a la vida social, cuando florece en el trabajo. La persona florece con el trabajo. El trabajo es la forma más común de cooperación que la humanidad haya generado en su historia. Cada día millones personas cooperan simplemente trabajando: educando a nuestros niños, accionando aparatos mecánicos, tramitando trabajos de oficina… El trabajo es una forma de amor civil: no es un amor romántico ni siempre intencional, pero es un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y lleva adelante el mundo».
El Obispo de Roma hizo hincapié en que la persona no es solamente trabajo y se refirió a las numerosas formas de injusticia laboral y a la falta de empleo, en especial para los jóvenes.
Lamentando asimismo la explotación de los niños, con el trabajo infantil y de los menores en tantas partes del mundo, a los que se les niega el derecho a estudiar. Sin olvidar, las desigualdades en los sueldos y pensiones, pues no siempre se reconoce a todos el derecho a una pensión justa, el Santo Padre subrayó que «es urgente un nuevo pacto social humano, un nuevo pacto social para el trabajo», que reduzca las horas de trabajo de quienes están cerca de la jubilación para dar empleo a los jóvenes
En lo que respecta al cometido y al papel de los movimientos sindicales en la actualidad, el Papa quiso subrayar en su denso discurso «dos desafíos epocales»: la profecía y la innovación.
En el primer desafío - que señala la vocación del sindicato de dar voz a los que no tienen voz en la sociedad - puso en guardia contra la pérdida de la verdadera naturaleza profética del sindicato, que se va pareciendo demasiado a otras instituciones o poderes, que sin embargo debería criticar:
«El sindicato, con el pasar del tiempo ha terminado con parecerse demasiado a la política, o mejor dicho, a los partidos políticos, a su lenguaje, a su estilo. Y sin embargo, se falta esta típica y diversa dimensión, también la acción dentro de las empresas pierde fuerza y eficacia. Ésta es la profecía».
En el segundo desafío, el de la innovación, el Papa Francisco lamentó que «el capitalismo de nuestro tiempo no comprende el valor del sindicato, porque ha olvidado la naturaleza social de la economía, de la empresa»:
«Éste es uno de los pecados más grandes. Economía de mercado: no. Digamos economía social de mercado, como nos ha enseñado San Juan Pablo II: economía social de mercado. La economía ha olvidado la naturaleza social que tiene como vocación, la naturaleza social de la empresa, de la vida, de las relaciones, de los pactos. Pero quizá nuestra sociedad no comprende al sindicato también porque no lo ve luchar lo suficiente en los lugares de los ‘que aún no tienen derechos’: en las periferias existenciales, entre los descartados del trabajo».
Lejos de desanimarse porque la corrupción haya entrado también en los sindicatos, el Papa alentó a proseguir su compromiso social, en particular en lo que respecta a los migrantes, a los jóvenes y a las mujeres».
(CdM – RV)
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El Papa en la catequesis: “Que Dios nos done siempre la fuerza de ser sus testigos”
(RV).- “A veces, leyendo las historias de tantos mártires de ayer y hoy, nos quedamos sorprendidos ante la fortaleza con la cual han enfrentado la prueba. Esta fortaleza es signo de la gran esperanza que los animaba: la esperanza cierta que nada, ni nadie los podía separar del amor de Dios donado en Jesucristo”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del último miércoles de junio, el significado de la esperanza cristiana como fuerza de los mártires.
Continuando su ciclo de catequesis sobre “la esperanza”, el Obispo de Roma recordó que, cuando, en el Evangelio, Jesús envía a sus discípulos en misión, no los ilusiona con quimeras de fácil suceso; al contrario, les advierte claramente que el anuncio del Reino de Dios implica siempre una oposición.
“Los cristianos son – preciso el Pontífice – hombres y mujeres contracorriente. Esto es normal dijo, porque el mundo está marcado por el pecado, que se manifiesta en diversas formas de egoísmo y de injusticia, quien sigue a Cristo, agregó el Papa, camina en dirección contraria. No por un espíritu polémico, sino por fidelidad a la lógica del Reino de Dios, que es una lógica de esperanza, y se traduce en el estilo de vida basado en las indicaciones de Jesús”.
“Que Dios nos done siempre la fuerza de ser sus testigos – concluyó el Papa Francisco - nos done vivir la esperanza cristiana sobre todo en el martirio escondido de hacer bien y con amor nuestros deberes de cada día”.
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy reflexionamos sobre la esperanza cristiana como fuerza de los mártires. Cuando, en el Evangelio, Jesús envía a sus discípulos en misión, no los ilusiona con quimeras de fácil suceso; al contrario, les advierte claramente que el anuncio del Reino de Dios implica siempre una oposición. Y usa incluso una expresión extrema: «Serán odiados – odiados – por todos a causa de mi Nombre» (Mt 10,22). Los cristianos aman, pero no siempre son amados. Desde el inicio Jesús nos pone ante esta realidad: en una medida más o menos fuerte, la confesión de la fe se da en un clima de hostilidad.
Los cristianos son pues hombres y mujeres “contracorriente”. Es normal: porque el mundo está marcado por el pecado, que se manifiesta en diversas formas de egoísmo y de injusticia, quien sigue a Cristo camina en dirección contraria. No por un espíritu polémico, sino por fidelidad a la lógica del Reino de Dios, que es una lógica de esperanza, y se traduce en el estilo de vida basado en las indicaciones de Jesús.
Y la primera indicación es la pobreza. Cuando Jesús envía a sus discípulos en misión, parece que pone más atención en el “despojarlos” que en el “vestirlos”. De hecho, un cristiano que no es humilde y pobre, desapegado de las riquezas y del poder y sobre todo desapegado de sí, no se asemeja a Jesús. El cristiano recorre su camino en este mundo con lo esencial para el camino, pero con el corazón lleno de amor. La verdadera derrota para él o para ella es caer en la tentación de la venganza y de la violencia, respondiendo al mal con el mal. Jesús nos dice: «Yo los envío como a ovejas en medio de lobos» (Mt 10,16). Por lo tanto, sin fauces, sin garras, sin armas. El cristiano mejor dicho deberá ser prudente, a veces también astuto: estas son virtudes aceptadas por la lógica evangélica. Pero la violencia jamás. Para derrotar al mal, no se puede compartir los métodos del mal.
La única fuerza del cristiano es el Evangelio. En los momentos de dificultad, se debe creer que Jesús está delante de nosotros, y no cesa de acompañar a sus discípulos. La persecución no es una contradicción al Evangelio, sino que forma parte de este: si han perseguido a nuestro Maestro, ¿Cómo podemos esperar que nos sea eximida la lucha? Pero, al centro de la tormenta, el cristiano no debe perder la esperanza, pensando de haber sido abandonado. Jesús conforta a los suyos diciendo: «Ustedes tienen contados todos sus cabellos» (Mt 10,30). Para decir que ningún sufrimiento del hombre, ni siquiera el más pequeño y escondido, es invisible a los ojos de Dios. Dios ve, y seguramente protege; y donará su rescate. De hecho, existe en medio de nosotros Alguien que es más fuerte que el mal, más fuerte que las mafias, que los oscuros engaños, de quien lucra sobre la piel de los desesperados, de quien aplasta a los demás con prepotencia… Alguien que escucha desde siempre la voz de la sangre de Abel que grita desde la tierra.
Los cristianos deben pues encontrarse siempre del “otro lado” del mundo, aquel elegido por Dios: no perseguidores, sino perseguidos; no arrogantes, sino humildes; no vendedores de humo, sino subyugados a la verdad; no impostores, sino honestos.
Esta fidelidad al estilo de Jesús – que es un estilo de esperanza – hasta la muerte, será llamada por los primeros cristianos con un nombre bellísimo: “martirio”, que significa “testimonio”. Habían tantas otras posibilidades, ofrecidas por el vocabulario: se podía llamar heroísmo, abnegación, sacrificio de sí. En cambio, los cristianos de los primeros tiempos los han llamado con un nombre que perfuma de discipulado. Los mártires no viven para sí, no combaten para afirmar sus propias ideas, y aceptan deber morir sólo por fidelidad al Evangelio. El martirio no es ni siquiera el ideal supremo de la vida cristiana, porque sobre ello está la caridad, es decir, el amor hacia Dios y hacia el prójimo. Lo dice bien el Apóstol Pablo en el himno a la caridad, es decir el amor hacia Dios y hacia el prójimo. Lo dice bien el Apóstol Pablo en el himno a la caridad: «Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada» (1Cor 13,3). Disgusta a los cristianos la idea que los terroristas suicidas puedan ser llamados “mártires”: no hay nada en su fin que pueda asemejarse a la actitud de los hijos de Dios.
A veces, leyendo las historias de tantos mártires de ayer y hoy – que son más de los mártires de los primeros tiempos –, nos quedamos sorprendidos ante la fortaleza con la cual han enfrentado la prueba. Esta fortaleza es signo de la gran esperanza que los animaba: la esperanza cierta que nada y nadie los podía separar del amor de Dios donado en Jesucristo (Cfr. Rom 8,38-39).
Que Dios nos done siempre la fuerza de ser sus testigos. Nos done vivir la esperanza cristiana sobre todo en el martirio escondido de hacer bien y con amor nuestros deberes de cada día. Gracias.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
(RV).- “A veces, leyendo las historias de tantos mártires de ayer y hoy, nos quedamos sorprendidos ante la fortaleza con la cual han enfrentado la prueba. Esta fortaleza es signo de la gran esperanza que los animaba: la esperanza cierta que nada, ni nadie los podía separar del amor de Dios donado en Jesucristo”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del último miércoles de junio, el significado de la esperanza cristiana como fuerza de los mártires.
Continuando su ciclo de catequesis sobre “la esperanza”, el Obispo de Roma recordó que, cuando, en el Evangelio, Jesús envía a sus discípulos en misión, no los ilusiona con quimeras de fácil suceso; al contrario, les advierte claramente que el anuncio del Reino de Dios implica siempre una oposición.
“Los cristianos son – preciso el Pontífice – hombres y mujeres contracorriente. Esto es normal dijo, porque el mundo está marcado por el pecado, que se manifiesta en diversas formas de egoísmo y de injusticia, quien sigue a Cristo, agregó el Papa, camina en dirección contraria. No por un espíritu polémico, sino por fidelidad a la lógica del Reino de Dios, que es una lógica de esperanza, y se traduce en el estilo de vida basado en las indicaciones de Jesús”.
“Que Dios nos done siempre la fuerza de ser sus testigos – concluyó el Papa Francisco - nos done vivir la esperanza cristiana sobre todo en el martirio escondido de hacer bien y con amor nuestros deberes de cada día”.
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy reflexionamos sobre la esperanza cristiana como fuerza de los mártires. Cuando, en el Evangelio, Jesús envía a sus discípulos en misión, no los ilusiona con quimeras de fácil suceso; al contrario, les advierte claramente que el anuncio del Reino de Dios implica siempre una oposición. Y usa incluso una expresión extrema: «Serán odiados – odiados – por todos a causa de mi Nombre» (Mt 10,22). Los cristianos aman, pero no siempre son amados. Desde el inicio Jesús nos pone ante esta realidad: en una medida más o menos fuerte, la confesión de la fe se da en un clima de hostilidad.
Los cristianos son pues hombres y mujeres “contracorriente”. Es normal: porque el mundo está marcado por el pecado, que se manifiesta en diversas formas de egoísmo y de injusticia, quien sigue a Cristo camina en dirección contraria. No por un espíritu polémico, sino por fidelidad a la lógica del Reino de Dios, que es una lógica de esperanza, y se traduce en el estilo de vida basado en las indicaciones de Jesús.
Y la primera indicación es la pobreza. Cuando Jesús envía a sus discípulos en misión, parece que pone más atención en el “despojarlos” que en el “vestirlos”. De hecho, un cristiano que no es humilde y pobre, desapegado de las riquezas y del poder y sobre todo desapegado de sí, no se asemeja a Jesús. El cristiano recorre su camino en este mundo con lo esencial para el camino, pero con el corazón lleno de amor. La verdadera derrota para él o para ella es caer en la tentación de la venganza y de la violencia, respondiendo al mal con el mal. Jesús nos dice: «Yo los envío como a ovejas en medio de lobos» (Mt 10,16). Por lo tanto, sin fauces, sin garras, sin armas. El cristiano mejor dicho deberá ser prudente, a veces también astuto: estas son virtudes aceptadas por la lógica evangélica. Pero la violencia jamás. Para derrotar al mal, no se puede compartir los métodos del mal.
La única fuerza del cristiano es el Evangelio. En los momentos de dificultad, se debe creer que Jesús está delante de nosotros, y no cesa de acompañar a sus discípulos. La persecución no es una contradicción al Evangelio, sino que forma parte de este: si han perseguido a nuestro Maestro, ¿Cómo podemos esperar que nos sea eximida la lucha? Pero, al centro de la tormenta, el cristiano no debe perder la esperanza, pensando de haber sido abandonado. Jesús conforta a los suyos diciendo: «Ustedes tienen contados todos sus cabellos» (Mt 10,30). Para decir que ningún sufrimiento del hombre, ni siquiera el más pequeño y escondido, es invisible a los ojos de Dios. Dios ve, y seguramente protege; y donará su rescate. De hecho, existe en medio de nosotros Alguien que es más fuerte que el mal, más fuerte que las mafias, que los oscuros engaños, de quien lucra sobre la piel de los desesperados, de quien aplasta a los demás con prepotencia… Alguien que escucha desde siempre la voz de la sangre de Abel que grita desde la tierra.
Los cristianos deben pues encontrarse siempre del “otro lado” del mundo, aquel elegido por Dios: no perseguidores, sino perseguidos; no arrogantes, sino humildes; no vendedores de humo, sino subyugados a la verdad; no impostores, sino honestos.
Esta fidelidad al estilo de Jesús – que es un estilo de esperanza – hasta la muerte, será llamada por los primeros cristianos con un nombre bellísimo: “martirio”, que significa “testimonio”. Habían tantas otras posibilidades, ofrecidas por el vocabulario: se podía llamar heroísmo, abnegación, sacrificio de sí. En cambio, los cristianos de los primeros tiempos los han llamado con un nombre que perfuma de discipulado. Los mártires no viven para sí, no combaten para afirmar sus propias ideas, y aceptan deber morir sólo por fidelidad al Evangelio. El martirio no es ni siquiera el ideal supremo de la vida cristiana, porque sobre ello está la caridad, es decir, el amor hacia Dios y hacia el prójimo. Lo dice bien el Apóstol Pablo en el himno a la caridad, es decir el amor hacia Dios y hacia el prójimo. Lo dice bien el Apóstol Pablo en el himno a la caridad: «Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada» (1Cor 13,3). Disgusta a los cristianos la idea que los terroristas suicidas puedan ser llamados “mártires”: no hay nada en su fin que pueda asemejarse a la actitud de los hijos de Dios.
A veces, leyendo las historias de tantos mártires de ayer y hoy – que son más de los mártires de los primeros tiempos –, nos quedamos sorprendidos ante la fortaleza con la cual han enfrentado la prueba. Esta fortaleza es signo de la gran esperanza que los animaba: la esperanza cierta que nada y nadie los podía separar del amor de Dios donado en Jesucristo (Cfr. Rom 8,38-39).
Que Dios nos done siempre la fuerza de ser sus testigos. Nos done vivir la esperanza cristiana sobre todo en el martirio escondido de hacer bien y con amor nuestros deberes de cada día. Gracias.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
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