La vida diaria se puede iluminar con la luz de la Palabra, y es posible que cada vez descubramos aspectos muy diferentes de los que hemos captado en otros momentos.
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Noticias, reflexiones, meditaciones, información, tecnología, todo lo que pueda sernos útil en nuestro diario vivir para "buscar y hallar la Voluntad de Dios en la disposición de nuestras vidas, y una vez hallada, Vivirla!!!"
La vida diaria se puede iluminar con la luz de la Palabra, y es posible que cada vez descubramos aspectos muy diferentes de los que hemos captado en otros momentos.
¿Qué es más, que tú te comprometas con Dios, o que Dios se comprometa contigo? Sin duda que Dios se comprometa, porque Él es fiel y cumple su palabra. Puede parecer que Él queda hipotecado a la fidelidad humana, pero una vez que se compromete, no se retracta.
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
¿A quién no le gusta que le perdonen sus errores? ¿Quién es tan sádico que prefiera convivir con sus sombras, en vez de dejar que entre en su corazón la gracia del perdón?
Podríamos creer que las personas de oración tienen experiencias especiales en su trato con Dios, y que la oración de súplica es expresión de menor calidad en ese trato.
Si nuestros contemporáneos experimentaran la belleza de Dios, ¿se mostrarían ante Él indiferentes? ¿Habría agnósticos? ¿Produciría espanto la religión? No es cuestión de inventarnos ahora a un Dios atractivo. Pero sí, de darnos cuenta, de cómo hay formas de hablar de Dios, de presentarlo, de vivirlo, que para nada lo vuelven atractivo...
Navegamos en el mismo mar que nuestra sociedad, pero la Vida Religiosa en distinto velero. Me parece una distinción a tener en cuenta. Y quizá discutible. A ver lo que descubrimos en la travesía.
En el pórtico de la Cuaresma, las lecturas nos llamaban al ayuno, a la limosna y a la oración. Hoy se nos instruye de manera especial en la oración cristiana que, como dice Jesús en el Evangelio, no consiste en dar gritos ni en hacer aspavientos, sino todo lo contrario.
Si quieres avanzar por el camino del Señor sin caer en el error del subjetivismo, y acertar siempre con la dirección adecuada, deberás tener en cuenta lo que Dios reveló a Moisés y que es precisamente la vocación de todos a la santidad: “El Señor habló a Moisés: -«Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” (Lev 19, 1-2).
Desde el primer domingo de Cuaresma, las lecturas nos ofrecen la perspectiva de la Pascua. Gracias a quien será levantado en alto, vendrá sobre la tierra la Alianza definitiva, no solo la que selló Dios con Noé -“Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes.
Acabamos de iniciar el tiempo de Cuaresma. En los primeros días, la Liturgia de la Palabra está desplegando el mapa de nuestro recorrido. Nos anticipa las actitudes que nos conviene mantener en la travesía y el equipaje necesario para el camino.
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
En Cuaresma, se nos invita a la penitencia y los viernes de manera especial. Sin embargo, no se puede perder de vista el sentido cristiano de la ascesis, que no es otro que el deseo de compadecer con Cristo y con quienes sufren hoy los rigores de la Pasión del Señor.
La Cuaresma es tiempo de renovar alianzas: “Yo hago un pacto con vosotros”, nos recuerda la primera lectura varias veces. Dios después del diluvio hace una alianza universal con Noé y con toda la creación.
El mundo de hoy necesita que nosotros vivamos con verdad la cuaresma cristiana, hasta dar un testimonio que tenga fuerza de ungüento para sus llagas modernas.
«Ofrecemos esta misa por nuestros veintiún hermanos coptos, degollados por el solo motivo de ser cristianos». Lo dijo el Papa Francisco en la celebración que presidió el martes 17 de febrero en la capilla de la Casa Santa Marta. «Recemos por ellos —añadió—, que el Señor los acoja como mártires, por sus familias, por mi hermano Tawadros que sufre mucho». Y precisamente con el patriarca de la Iglesia ortodoxa copta, Tawadros II, el Papa habló personalmente por teléfono el lunes por la tarde manifestándole su profunda participación en el dolor por el cruel asesinato realizado por los fundamentalistas islámicos. Y aseguró también su oración con ocasión de los funerales.
Repitiendo las palabras de la antífona de ingreso «Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame» (Salmo 31, 3-4), el Papa Francisco inició la homilía. El pasaje del Libro del Génesis sobre el diluvio (6, 5-8; 7, 1-5.10), propuesto por la liturgia del día, «nos hace pensar —dijo el Pontífice— en la capacidad de destrucción que tiene el hombre: el hombre es capaz de destruir lo que ha hecho Dios» cuando «le parece que es más poderoso que Dios». Y, así, «Dios puede hacer cosas buenas, pero el hombre es capaz de destruirlas todas».
También «en la Biblia, en los primeros capítulos, encontramos muchos ejemplos, desde el comienzo». Por ejemplo, explicó el Papa Francisco, «el hombre llama el diluvio por su maldad: es él quien lo llama». Además, «el hombre llama el fuego del cielo, en Sodoma y Gomorra, por su maldad». Luego «el hombre crea la confusión, la división de la humanidad —Babel, la Torre de Babel— por su maldad». En definitiva, «el hombre es capaz de destruir, nosotros somos todos capaces de destruir». Nos lo confirma, también en el Génesis, «una frase muy, muy aguda: “la maldad del hombre crecía sobre la tierra y todos los pensamientos de su corazón —del corazón de los hombres— tienden siempre y únicamente al mal, siempre”».
No es cuestión de ser demasiado negativos, destacó el Papa, porque «esta es la verdad». A tal punto que «somos capaces de destruir incluso la fraternidad», como lo demuestra la historia de «Caín y Abel en las primeras páginas de la Biblia». Un episodio que, precisamente, «destruye la fraternidad, es el inicio de las guerras: los celos, las envidias, tanta codicia de poder, de tener más poder». Sí, afirmó el Papa Francisco, «esto parece negativo, pero es realista». Por lo demás, añadió, basta con tomar un «periódico cualquiera» para ver «que más del noventa por ciento de las noticias son noticias de destrucción: ¡más del noventa por ciento! ¡Y esto lo vemos todos los días!».
Pero entonces, «¿qué sucede en el corazón del hombre?», fue la pregunta fundamental propuesta por el Papa. «Jesús, una vez, advirtió a sus discípulos que el mal no entra en el corazón del hombre porque coma algo que no es puro, sino que sale del corazón». Y «del corazón del hombre salen todas las maldades». En efecto, «nuestro corazón débil está herido». Está «siempre ese deseo de autonomía» que lleva a decir: «Yo hago lo que quiero y si tengo ganas de hacer esto, lo hago. Y si por esto quiero declarar una guerra, la declaro. Y si por esto quiero destruir a mi familia, lo hago. Y si para ello tengo que matar al vecino, lo hago». Pero precisamente «estas son las noticias de cada día», destacó el Papa, observando que «los periódicos no nos cuentan noticias de la vida de los santos».
Así, pues, continuó tratando la cuestión central: «¿por qué somos así?». La respuesta es directa: «Porque tenemos esta posibilidad de destrucción, este es el problema». Y actuando así, luego, «en las guerras, en el tráfico de armas somos emprendedores de muerte». Y «hay países que venden las armas a este que está en guerra con este, y las venden también a este, para que así continúe la guerra». El problema es precisamente la «capacidad de destrucción y esto no viene del vecino» sino «¡de nosotros!».
«Cada íntimo intento del corazón no era otra cosa más que el mal» repitió una vez más el Papa Francisco. Al recordar precisamente que «nosotros tenemos esta semilla dentro, esta posibilidad». Pero «tenemos también al Espíritu Santo que nos salva». Se trata, por ello, de elegir a partir de las «pequeñas cosas». Y, así, «cuando una mujer va al mercado y encuentra a otra, comienza a hablar, a criticar a la vecina, a la otra mujer de más allá: esa mujer mata, esa mujer es malvada». Y lo es «en el mercado» pero también «en la parroquia, en las asociaciones: cuando hay celos y envidias, van al párroco y le dicen: “esta no, este sí, este hace”». También «esta es la maldad, la capacidad de destruir que todos nosotros tenemos».
Es sobre este punto que «hoy la Iglesia, a la puerta de la Cuaresma, nos hace reflexionar». La invitación del Papa se orienta a preguntarnos la razón de ello, a partir del pasaje evangélico de san Marcos (8, 14-21). «En el Evangelio Jesús riñe un poco a los discípulos que discutían: “pero tú tenías que tomar el pan —¡No, tú!”». En definitiva los doce «discutían como siempre, peleaban entre ellos». Y he aquí que Jesús les dirige «una hermosa palabra: “Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes”». Así, «presenta sencillamente el ejemplo de dos personas: Herodes es malo, asesino, y los fariseos hipócritas». Pero el Señor habla también de «“levadura” y ellos no comprendían».
El hecho es que, como relata san Marcos, los discípulos «hablaban de pan, de este pan, y Jesús les dice: “pero esa levadura es peligrosa, lo que nosotros tenemos dentro y que nos conduce a destruir. Estad atentos, prestad atención”». Luego «Jesús muestra la otra puerta: “¿Tenéis el corazón endurecido? ¿No recordáis cuando distribuí los cinco panes, la puerta de la salvación de Dios?». En efecto, «por este camino de la discusión —dijo— jamás, jamás se hará algo bueno, siempre habrá divisiones, destrucción». Y continuó: «Pensad en la salvación, en lo que también Dios hizo por nosotros, y elegid bien». Pero los discípulos «no entendían porque el corazón estaba endurecido por esta pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y ver quién era el culpable de ese despiste del pan».
El Papa Francisco exhortó a considerar «seriamente este mensaje del Señor». Con la consciencia de que «estas no son cosas raras, no es el discurso de un marciano», sino que son, en cambio, «las cosas que cada día suceden en la vida». Y para verificarlo, repitió, basta sólo con tomar «el periódico, nada más».
Sin embargo, añadió, «el hombre es capaz de hacer mucho bien: pensemos en la madre Teresa, por ejemplo, una mujer de nuestro tiempo». Pero si «todos nosotros somos capaces de hacer tanto bien» somos igualmente «capaces también de destruir en lo grande y en lo pequeño, en la familia misma: destruir a los hijos, no dejando crecer a los hijos con libertad, no ayudándoles a crecer bien» y así, en cierto modo, anulando a los hijos. Al considerar que «tenemos esta capacidad», para nosotros «es necesaria la meditación continua: la oración, la confrontación entre nosotros», precisamente «para no caer en esta maldad que lo destruye todo».
Y «contamos con la fuerza» para hacerlo, como «nos recuerda Jesús». Por ello «hoy nos dice: “Recordadlo. Recordaos de mí, que he derramado mi sangre por vosotros; recordaos de mí que os he salvado, que os he salvado a todos; recordaos de mí, que tengo la fuerza para acompañaros en el camino de la vida, no por la senda de la maldad, sino por el camino de la bondad, de hacer el bien a los demás; no por el camino de la destrucción, sino por la senda del construir: construir una familia, construir una ciudad, construir una cultura, construir una patria, ¡cada vez más!».
La reflexión de hoy sugirió al Papa Francisco pedir al Señor, «antes de comenzar la Cuaresma», la gracia de «elegir siempre bien el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos llevarán por el camino equivocado».
Vivir la cuaresma como entrada en la resurrección de Cristo, a través de la participación y asimilación de sus sufrimientos y su muerte, incluye una serie de actitudes de espíritu, entre las que cada comunidad y cada creyente debe discernir las que ha de encarnar sobre todo, según el estado de su fe
Es tiempo de gracia, de conversión, de retornos, de higiene del alma y del corazón. Tiempo de acercarse a Dios, de relación fraterna, de crecimiento en la vida interior.
Es tiempo de gracia, de conversión, de retornos, de higiene del alma y del corazón. Tiempo de acercarse a Dios, de relación fraterna, de crecimiento en la vida interior.
Una buena parte de nuestras vidas se satisface fantaseando, aunque, ciertamente, pocos de nosotros admitimos eso, e incluso menos de nosotros confesarían los contenidos de esas fantasías. Nos avergüenza admitir cuánto nos evadimos a la fantasía, y nos avergüenza más revelar el contenido de esas fantasías.
La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19).
Hasta el siglo III la comunidad cristiana celebraba la pascua del Señor semanalmente, todos los domingos. Pero una vez al año se celebraba más solemnemente precedida de una breve preparación que consistía en el ayuno que se abría el viernes.
Ciudad del Vaticano, 14 febrero 2015 (VIS).- Esta mañana, a las 11, se ha celebrado en la Basílica Vaticana el Consistorio ordinario público en el que el Santo Padre ha creado 20 nuevos cardenales, a los que ha impuesto la birreta, ha entregado el anillo y ha asignado el título o diaconía.
A la celebración ha asistido también el Papa emérito Benedicto XVI al que el Papa Francisco saludó entrando en la basílica y que también fue saludado en su discurso por el cardenal Dominique Mamberti, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, el primero entre los nuevos cardenales, que dirigió al Santo Padre, en nombre de todos los neo-purpurados unas palabras de gratitud. ''Entrar a formar parte del Colegio Cardenalicio-dijo- nos inserta de una forma particular en la historia y en la vida de la Iglesia de Roma que -según la hermosa expresión de San Ignacio de Antioquia- preside en la caridad. Estamos invitados, pues, a salir de nosotros mismos, de nuestras costumbres y comodidades, para servir a la mision de esta Iglesia, conscientes de que implica tener un horizonte más amplio''. En el acto no pudo participar el cardenal José de Jesús Pimiento Rodríguez que, a causa de su avanzada edad, no pudo desplazarse a Roma y recibirá la birreta en Colombia.
En la homilía que pronunció ante los nuevos cardenales, el Papa eligió como pauta el himno a la caridad de la primera carta de San Pablo a los Corintios y recordó a los cardenales que la caridad debe presidir siempre su ministerio.
''El cardenalato -dijo- 'ciertamente es una dignidad, pero no una distinción honorífica. Ya el mismo nombre de ''cardenal'', que remite a la palabra latina ''cardo - quicio'', nos lleva a pensar, no en algo accesorio o decorativo, como una condecoración, sino en un perno, un punto de apoyo y un eje esencial para la vida de la comunidad. Sois ''quicios'' y estáis incardinados en la Iglesia de Roma, que ''preside toda la comunidad de la caridad'' .
En la Iglesia, ''toda presidencia proviene de la caridad, se desarrolla en la caridad y tiene como fin la caridad. La Iglesia que está en Roma tiene también en esto un papel ejemplar: al igual que ella preside en la caridad, toda Iglesia particular, en su ámbito, está llamada a presidir en la caridad. Por eso creo que el ''himno a la caridad'', de la primera carta de san Pablo a los Corintios, puede servir de pauta para esta celebración y para vuestro ministerio, especialmente para los que desde este momento entran a formar parte del Colegio Cardenalicio. Será bueno que todos, yo en primer lugar y vosotros conmigo, nos dejemos guiar por las palabras inspiradas del apóstol Pablo, en particular aquellas con las que describe las características de la caridad. Que María nuestra Madre nos ayude en esta escucha. Ella dio al mundo a Aquel que es ''el camino más excelente'': Jesús, caridad encarnada; que nos ayude a acoger esta Palabra y a seguir siempre este camino. Que nos ayude con su actitud humilde y tierna de madre, porque la caridad, don de Dios, crece donde hay humildad y ternura.
''En primer lugar -señaló el Santo Padre- san Pablo nos dice que la caridad es ''magnánima'' y ''benevolente''. Cuanto más crece la responsabilidad en el servicio de la Iglesia, tanto más hay que ensanchar el corazón, dilatarlo según la medida del Corazón de Cristo. La magnanimidad es, en cierto sentido, sinónimo de catolicidad: es saber amar sin límites, pero al mismo tiempo con fidelidad a las situaciones particulares y con gestos concretos. Amar lo que es grande, sin descuidar lo que es pequeño; amar las cosas pequeñas en el horizonte de las grandes, porque ''non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo divinum est''. Saber amar con gestos de bondad. La benevolencia es la intención firme y constante de querer el bien, siempre y para todos, incluso para los que no nos aman.
''A continuación, el apóstol dice que la caridad ''no tiene envidia; no presume; no se engríe''. Esto es realmente un milagro de la caridad, porque los seres humanos –todos, y en todas las etapas de la vida– tendemos a la envidia y al orgullo a causa de nuestra naturaleza herida por el pecado. Tampoco las dignidades eclesiásticas están inmunes a esta tentación. Pero precisamente por eso, queridos hermanos, puede resaltar todavía más en nosotros la fuerza divina de la caridad, que transforma el corazón, de modo que ya no eres tú el que vive, sino que Cristo vive en ti. Y Jesús es todo amor''.
''Además, la caridad ''no es mal educada ni egoísta''. ''Estos dos rasgos -subrayó Francisco- revelan que quien vive en la caridad está des-centrado de sí mismo. El que está auto-centrado carece de respeto, y muchas veces ni siquiera lo advierte, porque el ''respeto'' es la capacidad de tener en cuenta al otro, su dignidad, su condición, sus necesidades. El que está auto-centrado busca inevitablemente su propio interés, y cree que esto es normal, casi un deber. Este ''interés'' puede estar cubierto de nobles apariencias, pero en el fondo se trata siempre de ''interés personal''. En cambio, la caridad te des-centra y te pone en el verdadero centro, que es sólo Cristo. Entonces sí, serás una persona respetuosa y preocupada por el bien de los demás''.
''La caridad, dice Pablo, ''no se irrita; no lleva cuentas del mal''. Al pastor que vive en contacto con la gente no le faltan ocasiones para enojarse. Y tal vez entre nosotros, hermanos sacerdotes, que tenemos menos disculpa, el peligro de enojarnos sea mayor. También de esto es la caridad, y sólo ella, la que nos libra. Nos libra del peligro de reaccionar impulsivamente, de decir y hacer cosas que no están bien; y sobre todo nos libra del peligro mortal de la ira acumulada, ''alimentada'' dentro de ti, que te hace llevar cuentas del mal recibido. No. Esto no es aceptable en un hombre de Iglesia. Aunque es posible entender un enfado momentáneo que pasa rápido, no así el rencor. Que Dios nos proteja y libre de ello''.
''La caridad, añade el Apóstol, ''no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad''. El que está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia debe tener un fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia. Al mismo tiempo, ''goza con la verdad'': ¡Qué hermosa es esta expresión! El hombre de Dios es aquel que está fascinado por la verdad y la encuentra plenamente en la Palabra y en la Carne de Jesucristo. Él es la fuente inagotable de nuestra alegría. Que el Pueblo de Dios vea siempre en nosotros la firme denuncia de la injusticia y el servicio alegre de la verdad''.
Por último, la caridad ''disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites''. Aquí hay, en cuatro palabras, todo un programa de vida espiritual y pastoral. El amor de Cristo, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, nos permite vivir así, ser así: personas capaces de perdonar siempre; de dar siempre confianza, porque estamos llenos de fe en Dios; capaces de infundir siempre esperanza, porque estamos llenos de esperanza en Dios; personas que saben soportar con paciencia toda situación y a todo hermano y hermana, en unión con Jesús, que llevó con amor el peso de todos nuestros pecados''.
''Queridos hermanos,todo esto no viene de nosotros, sino de Dios. Dios es amor y lleva a cabo todo esto si somos dóciles a la acción de su Santo Espíritu -afirmó al final de la homilía- Por tanto, así es como tenemos que ser: incardinados y dóciles. Cuanto más incardinados estamos en la Iglesia que está en Roma, más dóciles tenemos que ser al Espíritu, para que la caridad pueda dar forma y sentido a todo lo que somos y hacemos. Incardinados en la Iglesia que preside en la caridad, dóciles al Espíritu Santo que derrama en nuestros corazones el amor de Dios.''
Terminada su alocución, el Papa ha pronunciado la fórmula de creación de los nuevos cardenales, sus nombres y el orden diaconal o presbiteral al que han sido asignados. Los nuevos cardenales han recitado el Credo y el juramento de fidelidad y obediencia al Papa y a sus sucesores. Seguidamente, han recibido la birreta cardenalicia y el anillo de manos del Papa, que les ha asignado también el título o la diaconía.
Al final del rito el cardenal Angelo Amato S.D.B., Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, se dirigió al Santo Padre para solicitar la inscripción en el Libro de los Santos de tres beatas. La primera, Jeanne-Emilie de Villeneuve nacida en Francia en 1811, Fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción de Castres para la educación de las niñas y muchachas pobres, para los enfermos y las misiones en tierras lejanas. Falleció en 1854 y fue beatificada por Benedicto XVI en 2009. La segunda, Marie-Alphonsine Danil Ghattas ( en el siglo Maryam Sultanah), nacida en Jerusalén en 1843 que desarrolló un intenso apostolado en favor de las jóvenes y las madres cristianas, y fundadora de la Congregación de las Hermanas del Santísimo Rosario de Jerusalén.Falleció en 1927 y fue beatificada por Benedicto XVI en 2009. Por último María de Jesús Crucificado (en el siglo Maryam Baouardy),nacida en Abellín, cerca de Nazareth en 1846, religiosa profesa de la Orden de las Carmelitas Descalzas, fue enviada para la fundación de los nuevos Carmelos a la India y más tarde a Belén donde murió en 1878. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1983.
En el curso del Consistorio, el Papa decretó que las tres, junto con la beata Maria Cristina de la Inmaculada Concepción (en el siglo Adelaide Brando), italiana (1856-1906) Fundadora de la Congregación de las Hermanas Víctimas Expiadoras de Jesús Sacramentado, cuya canonización se decidió en el consistorio del 20 de octubre de 2014, sean canonizadas el domingo, 17 de mayo de 2015.
Te presentamos a continuación algunos recursos que hemos ido punblicando en ciudad redonda y que te pueden servir en este tiempo de cuaresma.
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
Hoy como ayer, la sociedad ha apartado a aquellas personas que puedan significar una amenaza o peligro para su seguridad o su orden. En el fondo de esta actitud defensiva está el miedo.
Ciudad del Vaticano, 10 de febrero 2015 (VIS).-El cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el ''Directorio Homilético'', elaborado por ese dicasterio bajo la prefectura de su predecedesor el cardenal Antonio Cañizares Llovera. Han participado en el acto el arzobispo Arthur Roche y el Padre Corrado Maggione, respectivamente Secretario y Subsecretario de dicha congregación.
''A menudo, para muchos fieles -explicó el purpurado- el momento de la homilía,considerada buena o mala, interesante o aburrida, decide la importancia de la celebración. Efectivamente, la misa no es la homilía, pero ésta constituye un momento importante para la participación en los santos misterios, es decir la escucha de la Palabra de Dios y la comunión con el Cuerpo y la Sangre del Señor''.
''El Directorio no nace sin una razón. Su objetivo es ofrecer una respuesta a la necesidad de mejorar el servicio propio de los ministros ordenados: la predicación litúrgica'', prosiguió el cardenal, señalando que ya en el Sínodo de los Obispos de 2005 se pedía a los ministros ordenados que preparasen la homilía con esmero, basándose en un conocimiento adecuado de la Sagrada Escritura . ''Este es un primer dato a tener en cuenta -subrayó- ya que la homilía está directamente vinculada a las Sagradas Escrituras, especialmente al Evangelio, e iluminado por ellas''. En el mismo Sínodo se solicitaba que en la homilía resonasen, a lo largo del año, los grandes temas de la fe y la vida de la Iglesia, y que se evidenciase el lazo que une el mensaje de las lecturas bíblicas con la doctrina de la fe mostrada en el Catecismo de la Iglesia Católica. ''Sobre la base de estas expectativas, Benedicto XVI, en la Exhortación Sacramentum Caritatis.., solicitaba una reflexión sobre este tema''.
Los Obispos retomaron la cuestión en el Sínodo sobre la Palabra de Dios, y así Benedicto XVI, en la Exhortación Verbum Domini, mientras recordaba que predicar adecuadamente en referencia al Leccionario era ''realmente un arte que debe ser cultivado'', también indicaba la oportunidad de elaborar "un Directorio sobre la homilía, para que los predicadores encuentren en él una ayuda útil para prepararse para el ejercicio del ministerio" .
''El surco estaba trazado -dijo el cardenal Sarah- y siguendo esa línea, la Congregación inició el proyecto, que recibió un fuerte impulso por el acento que puso en la homilía el Papa Francisco, en su exhortación apostólica "Evangelii gaudium'' donde toca ese tema en 25 puntos : 10 dedicados a la homilía y 15 a su preparación''.
''La homilía -recalcó- es un servicio litúrgico reservado al ministro ordenado, que está llamado por vocación a servir a la Palabra de Dios según la fe de la Iglesia y no de forma personalista. No es un discurso cualquiera, sino un hablar inspirado en la Palabra de Dios que resuena en una asamblea de creyentes, en el contexto de una acción litúrgica, con el fin de aprender a practicar el Evangelio de Jesucristo''.
''Entre los criterios mencionados en el Directorio, indico algunos: La homilía está suscitada por las Escrituras dispuestas por la Iglesia en el Leccionario, que es el libro que contiene para los días del año las lecturas bíblicas de la Misa. La homilía está suscitada por la celebración en la que se insertan "estas" lecturas, es decir, por las oraciones y los ritos que conforman "esta" liturgia, cuyo principal protagonista es Dios, por Cristo, su Hijo, en la potencia del Espíritu Santo .
''Obviamente -concluyó- la homilía llama en causa a quien la pronuncia. De ahí la importancia de la preparación del homileta que requiere estudio y oración, experiencia de Dios y conocimiento de la comunidad a la que se dirige, amor por los santos misterios y amor por el Cuerpo vivo de Cristo que es la Iglesia''.
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
En este tiempo ordinario, nos conviene tener referencias que nos ayuden a caminar sin caer en el tedio ni en la monotonía. La Liturgia de la Palabra de este domingo nos ofrece un texto emblemático que sintetiza el modo en que Jesús estructuró su jornada, o dividió el tiempo de su vida pública.
Celebramos en este domingo la Campaña contra el Hambre que nos propone Manos Unidas con el lema: “Luchamos contra la pobreza ¿te apuntas?”. Las lecturas de hoy nos pueden dar algunas claves en esa lucha.