martes, 10 de diciembre de 2013

Obras Completas de San Ignacio de Loyola

Libro de referencia obligado para todo aquel que se considere Ignaciano: Las Obras Completas de San Ignacio de Loyola.

NORMAS SOBRE EL MODO DE PROCEDER EN EL DISCERNIMIENTO DE PRESUNTAS APARICIONES Y REVELACIONES

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
NORMAS SOBRE EL MODO DE PROCEDER EN EL DISCERNIMIENTO
DE PRESUNTAS APARICIONES Y REVELACIONES
PREFACIO
1. La Congregación para la Doctrina de la Fe se ocupa de las materias vinculadas a la promoción y
tutela de la doctrina de la fe y la moral, y es competente, además, para el examen de otros
problemas conexos con la disciplina de la fe, como los casos de pseudo-misticismo, supuestas
apariciones, visiones y mensajes atribuidos a un origen sobrenatural. Cumpliendo esta delicada
tarea confiada al Dicasterio, hace más de treinta años fueron preparadas las Normae de modo
procedendi in diudicandis presumptis apparitionibus ac revelationibus. El documento, examinado
por los Padres de la Sesión Plenaria de la Congregación, fue aprobado por el Siervo de Dios, Su
Santidad el Papa Paulo VI el 24 de febrero de 1978 y emanado por el Dicasterio el día 25 de febrero
de 1978. En aquel tiempo las Normae fueron enviadas y dadas a conocer a los Obispos sin que se
realizase una publicación oficial, en consideración a que se dirigen principalmente a los Pastores de
la Iglesia.
2. Como es sabido, con el pasar del tiempo el Documento, en más de una lengua, ha ido
publicándose en algunas obras sobre la materia, pero sin la autorización previa de este Dicasterio,
competente en la materia. Es necesario reconocer que los principales contenidos de estas
importantes medidas normativas son hoy de dominio público. Por lo tanto, la Congregación para la
Doctrina de la Fe ha considerado oportuno publicar las mencionadas normas, proveyéndolas de una
traducción a las principales lenguas.
3. La actualidad de la problemática sobre las experiencias ligadas a los fenómenos sobrenaturales en
la vida y misión de la Iglesia también ha sido notada recientemente por la solicitud pastoral de los
Obispos reunidos en la XII Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos sobre la Palabra de Dios, en
octubre de 2008. Tal preocupación ha sido recogida por el Santo Padre Benedicto XVI en un
importante pasaje de la Exhortación Apostólica Post-sinodal Verbum Domini, insertándola en el
horizonte global de la economía de la salvación. Me parece oportuno recordar aquí la enseñanza del
Sumo Pontífice, que debe acogerse como invitación a brindar una oportuna atención a los
fenómenos sobrenaturales a los cuales se refiere también la presente publicación:
«De este modo, la Iglesia expresa su conciencia de que Jesucristo es la Palabra definitiva de Dios; él
es “el primero y el último” (Ap 1,17). Él ha dado su sentido definitivo a la creación y a la historia;
por eso, estamos llamados a vivir el tiempo, a habitar la creación de Dios dentro de este ritmo
escatológico de la Palabra; “la economía cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva, nunca
pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo
nuestro Señor (cf. 1 Tm 6,14; Tt 2,13)” (Dei Verbum, n. 4). En efecto, como han recordado los
Padres durante el Sínodo, la “especificidad del cristianismo se manifiesta en el acontecimiento
Jesucristo, culmen de la Revelación, cumplimiento de las promesas de Dios y mediador del
encuentro entre el hombre y Dios. Él, 'que nos ha revelado a Dios' (cf. Jn 1,18), es la Palabra única
y definitiva entregada a la humanidad”. (Propositio 4). San Juan de la Cruz ha expresado
admirablemente esta verdad: “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya,
que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra... Porque lo que hablaba
antes en partes a los profetas ya lo ha hablado a Él todo, dándonos el todo, que es su Hijo. Por lo
cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una
necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa o
novedad” (Subida al Monte Carmelo, II, 22)». Teniendo presente todo esto, el Santo Padre Benedicto XVI destaca:
«El Sínodo ha recomendado “ayudar a los fieles a distinguir bien la Palabra de Dios de las
revelaciones privadas” (Propositio 47), cuya función “no es la de... 'completar' la Revelación
definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia”
(Catecismo de la Iglesia Católica, 67). El valor de las revelaciones privadas es esencialmente
diferente al de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en ella, en efecto, a través de
palabras humanas y de la mediación de la comunidad viva de la Iglesia, Dios mismo nos habla. El
criterio de verdad de una revelación privada es su orientación con respecto a Cristo. Cuando nos
aleja de Él, entonces no procede ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el Evangelio y
no hacia fuera. La revelación privada es una ayuda para esta fe, y se manifiesta como creíble
precisamente cuando remite a la única revelación pública. Por eso, la aprobación eclesiástica de una
revelación privada indica esencialmente que su mensaje no contiene nada contrario a la fe y a las
buenas costumbres; es lícito hacerlo público, y los fieles pueden dar su asentimiento de forma
prudente. Una revelación privada puede introducir nuevos acentos, dar lugar a nuevas formas de
piedad o profundizar las antiguas. Puede tener un cierto carácter profético (cf. 1 Ts 5,19-21) y
prestar una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el presente; de ahí que no
se pueda descartar. Es una ayuda que se ofrece pero que no es obligatorio usarla. En cualquier caso,
ha de ser un alimento de la fe, esperanza y caridad, que son para todos la vía permanente de la
salvación. (Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, El mensaje de Fátima, 26 de junio de 2000:
Ench. Vat. 19, n 974-1021)»[1]
4. Es viva esperanza de esta Congregación que la publicación oficial de las Normas sobre el modo
de proceder en el discernimiento de presuntas apariciones y revelaciones pueda ayudar a los
Pastores de la Iglesia Católica en su empeño para la exigente tarea del discernimiento de las
presuntas apariciones y revelaciones, mensajes y locuciones o, más en general, fenómenos
extraordinarios o de presunto origen sobrenatural. Al mismo tiempo desea que el texto pueda ser
útil a los teólogos y expertos en este ámbito de la experiencia viva de la Iglesia, que hoy reviste una
cierta importancia y requiere una reflexión más profunda.

William Card. Levada
Prefecto

Ciudad del Vaticano, 14 de diciembre de 2011, memoria litúrgica de San Juan de la Cruz

 1 Exhortación Apostólica Post-sinodal Verbum Domini sobre la Palabra de Dios en la vida y
misión de la Iglesia, 30 de septiembre de 2010, n. 14: AAS 102 (2010) 695-696. Al respecto véanse
también los pasajes del Catecismo de la Iglesia Católica dedicados al tema (cfr nn. 66-67).



 SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
NORMAS SOBRE EL MODO DE PROCEDER
EN EL DISCERNIMIENTO
DE PRESUNTAS APARICIONES Y REVELACIONES
NOTA PREVIA
Origen y carácter de estas Normas
Durante la Congregación Plenaria Anual del mes de noviembre de 1974, los Padres de esta Sagrada
Congregación examinaron los problemas relativos a presuntas apariciones y a las revelaciones con
las que frecuentemente están ligadas, llegando a las siguientes conclusiones:
1. Hoy más que en épocas anteriores, debido a los medios de comunicación (mass media), las
noticias de tales apariciones se difunden rápidamente entre los fieles y, además, la facilidad de
viajar de un lugar a otro favorece que las peregrinaciones sean más frecuentes, de modo que la
Autoridad eclesiástica se ve obligada a discernir con prontitud sobre la materia.
2. Por otra parte, la mentalidad actual y las exigencias de una investigación científicamente crítica
hacen más difícil o casi imposible emitir con la debida rapidez aquel juicio con el que en el pasado
se concluían las investigaciones sobre estas cuestiones (constat de supernaturalitate, non constat de
supernaturalitate: consta el origen sobrenatural, no consta el origen sobrenatural) y que ofrecía a
los ordinarios la posibilidad de permitir o de prohibir el culto público u otras formas de devoción
entre los fieles.
Por las causas mencionadas, para que la devoción suscitada entre los fieles por hechos de este
género pueda manifestarse de modo que quede a salvo la plena comunión con la Iglesia y se
produzcan los frutos gracias a los cuales la misma Iglesia pueda discernir más tarde la verdadera
naturaleza de los hechos, los Padres estimaron que debe ser seguida en esta materia la praxis que se
expone a continuación.
Cuando se tenga la certeza de los hechos relativos a una presunta aparición o revelación, le
corresponde por oficio a la Autoridad eclesiástica:
a) En primer lugar juzgar sobre el hecho según los criterios positivos y negativos (cf. infra, n. I).
b) Después, en caso de que este examen haya resultado favorable, permitir algunas manifestaciones
públicas de culto o devoción y seguir vigilándolas con toda prudencia (lo cual equivale a la formula
“por el momento nada obsta”: pro nunc nihil obstare).
c) Finalmente, a la luz del tiempo transcurrido y de la experiencia adquirida, si fuera el caso, emitir
un juicio sobre la verdad y sobre el carácter sobrenatural del hecho (especialmente en consideración
de la abundancia de los frutos espirituales provenientes de la nueva devoción).

I. Criterios para juzgar, al menos con probabilidad, el carácter de presuntas apariciones o
revelaciones
A) Criterios positivos a) La certeza moral o, al menos, una gran probabilidad acerca de la existencia del hecho, adquirida
gracias a una investigación rigurosa.
b) Circunstancias particulares relacionadas con la existencia y la naturaleza del hecho, es decir:
1. Cualidades personales del sujeto o de los sujetos (principalmente equilibrio psíquico, honestidad
y rectitud de vida, sinceridad y docilidad habitual hacia la Autoridad eclesiástica, capacidad para
retornar a un régimen normal de vida de fe, etc.).
2. Por lo que se refiere a la revelación, doctrina teológica y espiritual verdadera y libre de error.
3. Sana devoción y frutos espirituales abundantes y constantes (por ejemplo: espíritu de oración,
conversiones, testimonios de caridad, etc.).
B) Criterios negativos
a) Error manifiesto acerca del hecho.
b) Errores doctrinales que se atribuyen al mismo Dios a la Santísima Virgen María o a algún santo,
teniendo en cuenta, sin embargo, la posibilidad de que el sujeto haya añadido —aun de modo
inconsciente— elementos meramente humanos e incluso algún error de orden natural a una
verdadera revelación sobrenatural. (cfr. San Ignacio, Ejercicios. n. 336).
c) Afán evidente de lucro vinculado estrechamente al mismo hecho.
d) Actos gravemente inmorales cometidos por el sujeto o sus seguidores durante el hecho o con
ocasión del mismo.
e) Enfermedades psíquicas o tendencias psicopáticas presentes en el sujeto que hayan influido
ciertamente en el presunto hecho sobrenatural, psicosis o histeria colectiva, u otras cosas de este
género.
Debe notarse que estos criterios, tanto positivos como negativos, son indicativos y no taxativos, y
deben ser empleados cumulativamente, es decir, con cierta convergencia recíproca.
II. Sobre el modo de conducirse de la autoridad eclesiástica competente
1. Con ocasión de un presunto hecho sobrenatural que espontáneamente algún tipo de culto o
devoción entre los fieles, incumbe a la Autoridad eclesiástica competente el grave deber de
informarse sin dilación y de vigilar con diligencia.
2. La Autoridad eclesiástica competente, si nada lo impide teniendo en cuenta los criterios
mencionados anteriormente, puede intervenir para permitir o promover algunas formas de culto o
devoción cuando los fieles lo soliciten legítimamente (encontrándose, por tanto, en comunión con
los Pastores y no movidos por un espíritu sectario). Sin embargo hay que velar para que esta forma
de proceder no se interprete como aprobación del carácter sobrenatural del los hecho por parte de la
Iglesia. (cf. Nota previa, c).
3. En razón de su oficio doctrinal y pastoral, la Autoridad competente puede intervenir motu
proprio e incluso debe hacerlo en circunstancias graves, por ejemplo: para corregir o prevenir abusos en el ejercicio del culto y de la devoción, para condenar doctrinas erróneas, para evitar el
peligro de misticismo falso o inconveniente, etc.
4. En los casos dudosos que no amenacen en modo alguno el bien de la Iglesia, la Autoridad
eclesiástica competente debe abstenerse de todo juicio y actuación directa (porque puede suceder
que, pasado un tiempo, se olvide el hecho presuntamente sobrenatural); sin embargo no deje de
vigilar para que, si fuera necesario, se pueda intervenir pronto y prudentemente.
III. Sobre la autoridad competente para intervenir
1. El deber de vigilar o intervenir compete en primer lugar al Ordinario del lugar.
2. La Conferencia Episcopal regional o nacional puede intervenir en los siguientes casos:
a) Cuando el Ordinario del lugar, después de haber realizado lo que le compete, recurre a ella para
discernir con mayor seguridad sobre la cuestión.
b) Cuando la cuestión ha trascendido ya al ámbito nacional o regional, contando siempre con el
consenso del Ordinario del lugar.
3. La Sede Apostólica puede intervenir a petición del mismo Ordinario o de un grupo cualificado de
fieles, o también directamente, en razón de la jurisdicción universal del Sumo Pontífice (cf. infra,
IV).
IV. Sobre la intervención de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe
1. a) La intervención de la Sagrada Congregación puede ser solicitada por el Ordinario, después de
haber llevado a cabo cuanto le corresponde, o por un grupo cualificado de fieles. En este segundo
caso debe evitarse que el recurso a la Sagrada Congregación se realice por razones sospechosas, por
ejemplo: para forzar al Ordinario a que cambie sus legítimas decisiones, confirmar algún grupo
sectario, etc.
b) Corresponde a la Sagrada Congregación intervenir motu proprio en los casos más graves, sobre
todo si la cuestión afecta a una parte notable de la Iglesia, habiendo consultado siempre al Ordinario
y, si el caso lo requiriese, habiendo consultado también a la Conferencia episcopal.
2. Corresponde a la Sagrada Congregación juzgar la actuación del Ordinario y aprobarla o disponer,
cuando sea posible y conveniente, un nuevo examen de la cuestión, distinto del estudio llevado a
cabo por el Ordinario. Dicho examen puede ser llevado a cabo por ella misma o por una comisión
especial.
Las presentes normas fueron examinadas en la Congregación Plenaria de esta Sagrada
Congregación y aprobadas por el Sumo Pontífice PP. Paulo VI, el día 24 de febrero de 1978.
Roma, palacio de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 25 de febrero de 1978.
Franjo Card. Šeper
Prefecto
+Fr. Jérôme Hamer, o. p.
Secretario

Francisco le declara la guerra a los videntes que intranquilizan al Vaticano

Este artículo presentado en Univision.com, me ha llamado muchísimo la atención, sobre todo la frase "¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros. Pero no es un jefe de la oficina de Correos, para enviar mensajes todos los días" ¿Por qué será esta expresión tan directa?

 por Jorge Cancino, Univision.com | Fecha: 30/11/2013 


 El Papa advierte la vigencia de un manual que ayudará a la Iglesia saber cuándo un mensaje viene de parte de Dios A mediados de noviembre, una agencia católica de prensa reportó la postura del Papa Francisco sobre apariciones y mensajes de videntes que proliferan por el mundo, y que tienen como blanco la creencia de los fieles de la Iglesia Católica y, en especial, al Vaticano. 

 Las palabras del papa argentino fueron registradas en noviembre durante la celebración de una misa en la capilla de la Casa Santa Marta, el hotel construido durante el reinado de Juan Pablo II para alojar a dignatarios y visitantes, y también para el descanso de los cardenales que eligen al sucesor de San Pedro durante el Cónclave. 

 ACI Prensa, la Agencia Católica de Informaciones con sede en Lima, Perú, dijo que el Obispo de Roma había explicado que “el espíritu de la curiosidad mundana, que busca saber por saber y cosas cada vez más extrañas o inusuales, aleja de la verdadera sabiduría la gloria, la paz y la belleza de Dios”. La curiosidad, añadió Francisco, impulsa a querer sentir que el Señor está acá o allá; o nos hace decir: "pero yo conozco a un vidente, a una vidente, que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen. Pero, mire, ¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros. Pero no es un jefe de la oficina de Correos, para enviar mensajes todos los días". ¿Por qué no?, cabe preguntarse. 

 El Papa agregó que "estas novedades alejan del Evangelio, alejan del Espíritu Santo, alejan de la paz y de la sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios". Y apuntó que "Jesús dice que el Reino de Dios no viene para atraer la atención: viene en la sabiduría". 

 Qué sí, qué no 


 Francisco se detuvo unos momentos para aclarar el significado de la sabiduría y tomar distancia de lo que, denominó, el “espíritu de dispersión, de curiosidad” y advirtió que el católico no debería andar por el mundo buscando “cosas extrañas”, como por ejemplo mensajes celestiales que generan confusión o un clima contrario a la paz pregonada por Cristo. 

 “El Reino de Dios no viene en la confusión, así como Dios no habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta" sino que "habló en la brisa suave, la brisa de la sabiduría", subrayó el Papa. Y agregó: “Esto es caminar en la vida con este Espíritu: el Espíritu de Dios, que ayuda a juzgar, a tomar decisiones según el corazón de Dios. Y este Espíritu nos da paz. ¡Siempre!” 

 Del espíritu de la curiosidad, Francisco lo comparó al de los fariseos cuando le preguntaron a Jesús sobre la fecha de la venida del Reino de Dios, y señaló que no se trataba de algo bueno. "¡Es el cómo: es el espíritu del cómo! Y el espíritu de la curiosidad no es un buen espíritu: es el espíritu de la dispersión, del alejarse de Dios, el espíritu de hablar demasiado (…) Que el espíritu de curiosidad, que es mundano, nos lleva a la confusión". 

 Por qué ahora 


 La línea roja trazada por Bergoglio entre su reinado y los “mensajes” o noticias celestiales que provienen de extramuros, sembró dudas y preguntas que por ahora no tienen respuestas. ¿A qué se debe la preocupación del Pontífice en estos asuntos, cuando hay otros temas tanto o de mayor importancia tales como los millones de damnificados en Filipinas tras el paso del ciclón Yolanda, la amenaza de guerra entre China y Japón, la crisis financiera, el narcotráfico, el tráfico de armas, la trata de blancas, la apostasía, el desempleo, los miles de refugiados en Siria, el comercio de la prostitución infantil o la pornografía, por citar algunos? 

 Las preocupaciones de Bergoglio apuntan a que los “mensajes” extramuros “dispersan” la fe y generan “confusión”. De ser así, los problemas para el Papa son más graves de lo previsto; los temores del pontífice evidencian que, fuera del Vaticano, su reinado es débil, frágil, expuesto a “cosas extrañas” que amenazan con “dispersar” la fe y crear “confusión” entre los fieles, sus discípulos, estimados en 1,200 millones y entre quienes se cuentan diáconos, seminaristas, novicias, sacerdotes, monjas, monseñores, obispos, arzobispos y cardenales. 

 El primer registro 


 Desde la primera aparición de la Virgen María, ocurrida en el año 40 d.C. cuando visitó al apóstol Santiago, hasta nuestros días, el o los mensajes de la Señora del Cielo no llegan directa e inmediatamente al Papa o su círculo de poder inmediato. A esto se suma la existencia de un protocolo dirigido y regulado por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (el ex Santo Oficio) que determina qué se escucha o que no se escucha, pero admite que la primera y decisiva palabra está en manos del obispo de la diócesis donde se registra la aparición o el mensaje. 

 Conocido como “Normas sobre el modo de proceder en el discernimiento de presuntas apariciones y revelaciones”, el reglamento fue aprobado por el Papa Pablo VI en el año 1978 y sólo fue escrito en Latín. La proliferación de manifestaciones terrenas en las últimas décadas obligó al Papa Benedicto XVI a desempolvarlo y ordenar que sea traducido al inglés, italiano, español, alemán y francés, en un esfuerzo por poner el conocimiento en mano de todos, pero en particular de obispos y teólogos. 

Bergoglio lo ha puesto en vigencia. Las traducciones se han convertido en versiones oficiales y definitivas que, incluso tendrán el poder de influir o incidir en la decisión de un obispo sobre la valoración de un supuesto fenómeno sobrenatural. 

Benedicto XVI reconoció en la exhortación post-sinodal Verbum Domini la urgente necesidad de “ayudar a los fieles a distinguir bien la palabra de Dios en las revelaciones privadas” y anotó que éstas no tienen la función “de completar la revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia”. 

 “El objetivo principal es salvaguardar la fe del pueblo y evitar la proliferación de advocaciones que desmienten las enseñanzas de la Iglesia o, directamente, se contrapongan a ella”, ha dicho el Vaticano sobre el tema. 

 Signos de contradicción 


 Pero la historia, a veces, deja signos de contradicción que suelen ser tomados como signos de confusión, sobre todo cuando el mensaje fustiga el comportamiento de la jerarquía de la Iglesia. 

 Una característica de las apariciones marianas es incomodar al Papa y a la Santa Sede, sobre todo cuando el suceso no es reconocido oficialmente, pero propios y extraños se dan cuenta que el mensaje registrado no aleja al hombre del Evangelio, sino por el contrario lo acerca y lo coloca a distancia, nuevamente, del plan de salvación del género humano. Vaya dolor de cabeza para los teólogos. 

 El 19 de septiembre de 1846 en La Salette, Francia (cerca de la frontera con Suiza), ocurrió un suceso que el Vaticano ha aceptado sólo en parte, a regañadientes. La Virgen María se le apareció a dos pastores del lugar, Melania, de 14 años, y Maximino, de 11 años de edad. La Señora les dio un extenso mensaje que, dijo, debían guardarlo y divulgarlo 12 años más tarde, en 1858. Una parte del texto hace referencia “a los sacerdotes, ministros de mi Hijo, que por su mala vida, por sus irreverencias y por su impiedad en celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impurezas”. 

 La aparición de La Salette fue reconocida por el Papa Pío IX en 1851, pero el mensaje fue mantenido bajo llave por tratarse de un contenido incendiario. Contrario a lo que dijo Francisco en la capilla del Hotel Santa Marta, la Virgen dijo palabras fuertes, severas, demasiado francas, estrictas, potentes pero al mismo tiempo claras y transparentes. “Al pan, pan y al vino, vino”, dice el refrán. Y nada de esto quita que siga siendo un mensaje bello, hermoso y cálido. 

 Palabras duras 


 De acuerdo con la historia de la Iglesia Católica, desde el año 40 d.C. la Virgen María ha venido al mundo no para decir palabras que el mundo quiere escuchar, sino todo lo contrario: en sus visitas ha dicho palabras que lo estremecen con el único objetivo de sacarlo del error, encausar al hombre por el buen sendero y llevar las almas al Cielo. De no ser así, su visita no tendría una razón evangélica de peso. María viene al mundo por los pecadores. Y en este afán no hay discurso suave, ni palabras dichas en voz baja. La verdad, cuando se dice tal cual, se convierte en un signo de contradicción para la Iglesia y en un signo de confusión para quien no acepta sus propios pecados. 

 A causa del ocultamiento del mensaje que le entregó a Melania y Maximino en 1846, para que lo hicieran llegar al Papa, la historia cuenta que la Señora del Cielo regresó a Francia 12 años más tarde, en febrero de 1858, esta vez a Lourdes, en los tiempos de Napoleón. Uno de los secretos que Barnardette de Soubirous le entregó al Obispo de la diócesis de Grenoble para que lo pusiera en manos del Pontífice se relacionó con La Salette, pero esta parte de la historia volvió a ocultarse por lo enérgico de su contenido y porque apuntaba directamente a la jerarquía de la Iglesia Católica, sin excepciones. 

 Las apariciones de la Señora no se detuvieron; tampoco las manifestaciones preternaturales como las que ahora intenta atajar el Vaticano y que en las últimas décadas han proliferado como si se tratara de una plaga. Una de ellas se registró a partir del 12 de junio de 1983 en Chile, durante la dictadura de Augusto Pinochet, cuando el país se encontraba bajo un riguroso toque de queda y las concentraciones de gentes eran prohibidas por el régimen. Unos 30 kilómetros al noreste de Valparaíso, en la localidad de Peñablanca, un niño huérfano aseguró haber visto a la Virgen quien le pidió regresar al día siguiente al mismo lugar después del medio día. Volvió, esta vez acompañado de una decena de pobladores cercanos y a partir de entonces el fenómeno se regó por todos los rincones del país. 

 Las congregaciones masivas de feligreses, en algunos casos entre 250 mil y 350 mil –de acuerdo con periódicos de la época- hicieron temblar al régimen que acusó a la jerarquía de la Iglesia Católica de haber orquestado un movimiento para provocar una revuelta social y permitir el regreso del socialismo. Los Obispos respondieron acusando al gobierno de haber fabricado la aparición para distraer la atención del país de las graves violaciones a los derechos humanos. 

 La guerra de acusaciones terminó cuando el gobierno y la jerarquía identificaron a un amigo en común, el Partido Comunista. Poco antes de concluir los ataques y descréditos, la Conferencia de Obispos aseguró que Pinochet había conseguido aviones en Inglaterra, y que estos aparatos habían sobrevolado la zona y arrojado gases que les hacían creer a las gentes que en Peñablanca se aparecía la Virgen. 

 Uno de los primeros mensajes difundidos en Peñablanca está relacionado con uno de los principales secretos de La Salette, aquel que dice que los sacerdotes, a causa de sus irreverencias e impiedad en la celebración de los santos misterios, “por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impurezas”. 

 Sin duda, el mensaje se trata de un signo de contradicción para el mundo católico y un signo de confusión para una jerarquía estremecida, en los últimos años, por graves escándalos, entre ellos miles de acusaciones por abusos y perversiones sexuales del clero a miles de niños, y el pago, en algunas diócesis de Estados Unidos, de más de $2 mil millones para silenciar a las víctimas y sus atribuladas familias. 

 En marzo de 2010, Benedicto XVI expresó “vergüenza y remordimiento” por la violación y abuso de niños y se declaró “profundamente consternado” por el sufrimiento al que se han visto sometidos “jóvenes indefensos”, y criticó con dureza a los curas y religiosos culpables de los abusos por haber, dijo, “traicionado la confianza de los jóvenes y de sus familias” y reprochó a los obispos la “inadecuada respuesta” ofrecida a las víctimas. 

 Un estudio de la National Review Board reveló que 4,392 sacerdotes fueron acusados de abuso sexual de 10,667 menores entre 1959 y 2002 en Estados Unidos, y que de ellos unos 6,700 casos presentaron pruebas suficientes y otros 3,300 no fueron investigados porque los sacerdotes ya habían muerto. Otros 1,000 no presentaron pruebas fiables.

 © 2013 Univision Communications Inc. 
 por Jorge Cancino, Univision.com | Fecha: 11/30/2013 

 Más en Univision.com: http://noticias.univision.com/mundo/noticias/article/2013-11-30/francisco-le-declara-la-guerra-a-los-videntes-que-intranquilizan-al-vaticano#ixzz2n5DIXX79

jueves, 5 de diciembre de 2013

Meditaciones sobre la Vida de Nuestro Señor Jesucristo

En esta entrada quiero recomendar algunos libros sobre revelaciones de la Vida de Nuestro Señor Jesucristo que puede ser útil para la oración, reflexión y meditación personal, esta idea surgió como el fruto de la lectura de estos mismos libros, de mi investigación personal que aún está en curso dándome cuenta que puede ser de muchísima utilidad para todos, obedece también a una expresa queja de Jesús a Mons. Ottavio Michelini a quien le revela lo siguiente: "He dictado a María Valtorta, alma víctima, una obra maravillosa. Yo soy el autor de esta obra. Tú mismo te has dado cuenta de las rabiosas reacciones de Satanás.
 Tú has comprobado la resistencia que muchos sacerdotes oponen a esta obra que si fuera, no digo leída, sino estudiada y meditada llevaría un bien grandísimo a muchas almas. Ella es fuente de seria y sólida cultura.Pero frente a esta obra, a la que está reservado un gran éxito en la Iglesia renovada, se prefiere la basura de tantas revistas y de libros de presuntuosos teólogos."  Tu sabes que yo te Amo: Confidencias de Jesús a un sacerdote, pag. 26
Por otro lado, son como un complemento a lo narrado por los evangelistas en el Evangelio, en ningún momento quieren suplir a éstos, Jesús lo explica mejor a un alma escogida: "las Revelaciones Privadas que les llaman no son Biblia, sino amorosas acotaciones que se dan a nuestros Amados durante un tiempo, en una circunstancia específica. Sabes que de ninguna manera pretenden agregar, corregir o sustituir la Palabra Eterna, sería ridículo, absurdo y hasta aberrante que se pretendiera ello. Pero es como El Cielo Amoroso gusta de explicitar y explicar durante cierto momento histórico y a veces desde cierto lugar en especial al que recibe y por ella a los demás. Así que no te angusties."http://tambienestuya.com/?page_id=2
Iré completando con el tiempo el contenido y los enlaces a los distintos libros y páginas web donde se los puede conseguir o comprar.



Esta es otra obra muy completa e interesantísima que sirve de complemento para la oración personal, difiere de la de Valtorta en el hecho de corresponder más a una narración donde se resaltan las acciones más que las palabras, y las conexiones entre los hechos y su correlación con la historia sagrada de la humanidad, donde el fiel encontrará algunas explicaciones que quizás nunca se ha preguntado pero que hace de la Historia de la Salvación un todo completo desde los orígenes y su ligazón con la Vida de Jesús, y como todo está interconectado en la vida del Hombre...