Noticias, reflexiones, meditaciones, información, tecnología, todo lo que pueda sernos útil en nuestro diario vivir para "buscar y hallar la Voluntad de Dios en la disposición de nuestras vidas, y una vez hallada, Vivirla!!!"
miércoles, 31 de mayo de 2017
jueves 1 Junio 2017 : Libro de los Hechos de los Apóstoles 22,30.23,6-11.
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jueves 1 Junio 2017 : Salmo 16(15),1-2a.5.7-8.9-10.11.
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jueves 1 Junio 2017 : Evangelio según San Juan 17,20-26.
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jueves 1 Junio 2017 : Commentary San Ignacio de Antioquia
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FIESTA DE LA VISITACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA A SANTA ISABEL (31 Mayo y 2 Julio) – Descubre en este Primer Encuentro de Jesucristo con su Precursor San Juan Bautista, como y porque San José acompaño (ida y vuelta) a la Santísima Madre en esta travesía de 130 kilómetros. En la anunciación, el ángel Gabriel, en respuesta a la pregunta de María . “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” (Lucas 1:34), . le había dicho . “Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.” (Lucas 1: 36-37).
La fiesta de la Visitación de la Virgen María celebra la visita de la Madre de Dios, con el niño Jesús en su seno, a su prima Isabel.
Ésta tenía seis meses de embarazo del precursor de Cristo, San Juan Bautista.
En la anunciación, el ángel Gabriel, en respuesta a la pregunta de María
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“¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” (Lucas 1:34),
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le había dicho
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“Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.” (Lucas 1: 36-37).
- La Visitación de la Santísima Virgen a casa de Isabel, visión de Catalina Emmerich
- La Visitación de María en Juan Pablo II
- La Visitación de la Virgen María en la catequesis de Benedicto XVI
- Lectio, Visitación de la Virgen María – Lc 1:39-56
- Oraciones sobre la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel
¿POR QUÉ VISITA MARÍA A SU PRIMA ISABEL?
¿Por qué lo hizo?
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Piensa en lo que acaba de ocurrir: se le ha dicho que está embarazada por el poder del Espíritu Santo.
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Ella también supo que su prima Isabel, que se creía que era demasiada vieja para concebir, está a la espera también.
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María debe haber tenido unas ganas explosivas de hablar con una mujer que podía entender personalmente su emoción, su maravilla, y probablemente su nerviosismo.
QUE VERDADES NOS RECUERDA LA VISITACIÓN
* la visita de la Virgen María a su prima Isabel, poco después de la Anunciación;
* la purificación de San Juan Bautista del pecado original en el vientre de su madre por las palabras de saludo de la Virgen;
* la proclamación de Isabel a María – bajo la inspiración del Espíritu Santo -, como Madre de Dios y “bendita entre las mujeres”;
* el canto de María del sublime himno Magnificat (“Proclama mi alma la grandeza del Señor…”), que se ha convertido en una parte de la oración oficial de la Iglesia todos los días.
¿QUÉ NARRA LA MISA?
Al escuchar el título más elevado de “Madre del Señor” y darse cuenta de lo que la gracia de su visita había conferido a Juan, María estalló en ese cántico sublime de alabanza que proclama proféticamente que en adelante iba a ser venerada a lo largo de los siglos:
EL ORIGEN DE LA FIESTA
Mientras que muchas fiestas marianas se encuentran entre las primeras fiestas que se han celebrado universalmente por la Iglesia, la celebración de la Visitación, a pesar que se encuentra en el Evangelio de Lucas, tiene un desarrollo relativamente tardío.
Así que anteriormente se celebraba el 2 de julio pero ahora se celebra entre la solemnidad de la Anunciación del Señor y el nacimiento de San Juan Bautista, de conformidad con los relatos del Evangelio.
SAN JOSÉ ¿FUE CON LA VIRGEN MARÍA A LA VISITACIÓN A SU PRIMA ISABEL?
En la fiesta de la Visitación, el padre Edward Broom realizó una interesante investigación que detallamos en este artículo.
Las escrituras apoyan la idea que María viajó sola, dado su silencio sobre el asunto.
Revelaciones místicas en cambio sugieren que José hizo el viaje con María para visitar a Isabel y Zacarías, según los escritos místicos de la Venerable María de Agreda y la Venerable Ana Catalina Emmerich.
Las películas recientes relacionadas con la vida de Jesús y María no representan a José como un participante en la Visitación.
A pesar de las películas que no muestran el viaje de José, en la pintura se dan situaciones mixtas.
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El dolor del Papa por el atentado en Kabul
El Papa ha expresado profundo dolor por la masacre acaecida esta mañana en Afganistán que ha provocado la muerte de 90 personas y casi 400 heridos. “Me entero con tristeza del abominable ataque en Kabul y de los muchos muertos y graves heridos”, escribe Francisco en un telegrama, firmado por el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin, dirigido al embajador de Afganistán en Italia.
En la misiva el Pontífice expresa “sus más sentidas condolencias a todos los afectados por este brutal acto de violencia” y "confía las almas de los difuntos a la misericordia del Todopoderoso", asegurando al pueblo de Afganistán “sus continuas oraciones por la paz”.
(MCM-RV)
(from Vatican Radio)
El Papa ha expresado profundo dolor por la masacre acaecida esta mañana en Afganistán que ha provocado la muerte de 90 personas y casi 400 heridos. “Me entero con tristeza del abominable ataque en Kabul y de los muchos muertos y graves heridos”, escribe Francisco en un telegrama, firmado por el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin, dirigido al embajador de Afganistán en Italia.
En la misiva el Pontífice expresa “sus más sentidas condolencias a todos los afectados por este brutal acto de violencia” y "confía las almas de los difuntos a la misericordia del Todopoderoso", asegurando al pueblo de Afganistán “sus continuas oraciones por la paz”.
(MCM-RV)
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Extracto del Mensaje (Dictados de Jesús a Marga del Libro El Reinado Eucarístico) "...Al arrodillarme para recibir la comunión, sentí cómo el sacerdote me la daba con desprecio. Nada más recibirle, me dijo Jesús: Llévate el desprecio de este sacerdote, y llévate también las faltas de atenciones de otras personas. Y sé como Yo con mis sacerdotes y con mi Iglesia. Recibe sus ingratitudes y sus desprecios, y llénate de Mí. Y estate alegre, porque te asemejo a Mí. Esto es ser Yo. Esto es ser Eucaristía..." (La Imagen de dos Santos Papas enseña el modo y postura correcta para recibir a Jesús Eucarística)
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El Papa: “el Espíritu Santo no hace capaces de esperar y ser consoladores y defensores de los demás”
(RV).- “El Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros – como Él y gracias a Él – los ‘paráclitos’, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del último miércoles de mayo, la relación que existe entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo.
Continuando su ciclo de catequesis sobre “la esperanza”, el Obispo de Roma ante la inminencia de la Solemnidad de Pentecostés dijo que, el Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”.
Recordando que la Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla, el Pontífice señaló que a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Ante la inminencia de la Solemnidad de Pentecostés no podemos no hablar de la relación que existe entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo. El Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”.
La Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla (Cfr. 6,18-19); y a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.
El Apóstol Pablo concluye su Carta a los Romanos con este deseo, escuchen bien, escuchen bien qué bonito deseo: «Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo» (15,13). Reflexionemos un poco sobre el contenido de esta bellísima palabra.
La expresión “Dios de la esperanza” no quiere decir solamente que Dios es el objeto de nuestra esperanza, es decir, a Quien esperamos alcanzar un día en la vida eterna; quiere decir también que Dios es Quien ya ahora nos hace esperar, es más, nos hace «alegres en la esperanza» (Rom 12,12): alegres de esperar, y no solo esperar ser felices. Es la alegría de esperar y no esperar de tener la alegría. Hoy. “Mientras haya vida, hay esperanza”, dice un dicho popular; y es verdad también lo contrario: mientras hay esperanza, hay vida. Los hombres tienen necesidad de la esperanza para vivir y tienen necesidad del Espíritu Santo para esperar.
San Pablo – hemos escuchado – atribuye al Espíritu Santo la capacidad de hacernos incluso “sobreabundar en la esperanza”. Abundar en la esperanza significa no desanimarse jamás; significa esperar «contra toda esperanza» (Rom 4,18), es decir, esperar incluso cuando disminuye todo motivo humano para esperar, como fue para Abraham cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac, y como fue, aún más, para la Virgen María bajo la cruz de Jesús.
El Espíritu Santo hace posible esta esperanza invencible dándonos el testimonio interior que somos hijos de Dios y sus herederos (Cfr. Rom 8,16). ¿Cómo podría Aquel que nos ha dado a su propio Hijo único no darnos toda cosa con Él? (Cfr. Rom 8,32). «La esperanza – hermanos y hermanas – no defrauda: la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rom 5,5). Por esto no defrauda, porque está el Espíritu Santo dentro que nos impulsa a ir adelante, siempre adelante. Y por esto la esperanza no defrauda.
Hay más: el Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros – como Él y gracias a Él – los “paráclitos”, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza. Un cristiano puede sembrar amargura, puede sembrar perplejidad, y esto no es cristiano, y tú, si haces esto, no eres un buen cristiano. Siembra esperanza: siembra el bálsamo de esperanza, siembre el perfume de esperanza y no vinagre de amargura y de des-esperanza. El Beato Cardenal Newman, en uno de sus discursos, decía a los fieles: «Instruidos por nuestro mismo sufrimiento, por el mismo dolor, es más, por nuestros mismos pecados, tendremos la mente y el corazón ejercitados a toda obra de amor hacia aquellos que tienen necesidad. Seremos, según nuestra capacidad, consoladores a imagen del Paráclito – es decir, del Espíritu Santo – y en todos los sentidos que esta palabra comporta: abogados, asistentes, dispensadores de consolación. Nuestras palabras y nuestros consejos, nuestro modo de actuar, nuestra voz, nuestra mirada, serán gentiles y tranquilizantes» (Parochial and plain Sermons, vol. V, Londra 1870, pp. 300s.). Son sobre todo los pobres, los excluidos, los no amados los que necesitan de alguien que se haga para ellos “paráclito”, es decir, consoladores y defensores, como el Espíritu Santo se hace para cada uno de nosotros, que estamos aquí en la Plaza, consolador y defensor. Nosotros debemos hacer lo mismo por los más necesitados, por los descartados, por aquellos que tienen necesidad, aquellos que sufren más. Defensores y consoladores.
El Espíritu Santo alimenta la esperanza no sólo en el corazón de los hombres, sino también en la entera creación. Dice el Apóstol Pablo – esto parece un poco extraño, pero es verdad. Dice así: que también la creación “está proyectada con ardiente espera” hacia la liberación y “gime y sufre” con dolores de parto (Cfr. Rom 8,20-22). «La energía capaz de mover el mundo no es una fuerza anónima y ciega, sino es la acción del Espíritu de Dios que “aleteaba sobre las aguas” (Gen 1,2) al inicio de la creación» (Benedicto XVI, Homilía, 31 mayo 2009). También esto nos impulsa a respetar la creación: no se puede denigrar un cuadro sin ofender al artista que lo ha creado.
Hermanos y hermanas, la próxima fiesta de Pentecostés – que es el cumpleaños de la Iglesia: Pentecostés – esta próxima fiesta de Pentecostés nos encuentre concordes en la oración, con María, la Madre de Jesús y nuestra. Y el don del espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza. Les diré más: nos haga derrochar esperanza con todos aquellos que son los más necesitados, los más descartados y por todos aquellos que tienen necesidad. Gracias.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
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El Papa: “el Espíritu Santo no hace capaces de esperar y ser consoladores y defensores de los demás”
(RV).- “El Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros – como Él y gracias a Él – los ‘paráclitos’, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del último miércoles de mayo, la relación que existe entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo.
Continuando su ciclo de catequesis sobre “la esperanza”, el Obispo de Roma ante la inminencia de la Solemnidad de Pentecostés dijo que, el Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”.
Recordando que la Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla, el Pontífice señaló que a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Ante la inminencia de la Solemnidad de Pentecostés no podemos no hablar de la relación que existe entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo. El Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”.
La Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla (Cfr. 6,18-19); y a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.
El Apóstol Pablo concluye su Carta a los Romanos con este deseo, escuchen bien, escuchen bien qué bonito deseo: «Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo» (15,13). Reflexionemos un poco sobre el contenido de esta bellísima palabra.
La expresión “Dios de la esperanza” no quiere decir solamente que Dios es el objeto de nuestra esperanza, es decir, a Quien esperamos alcanzar un día en la vida eterna; quiere decir también que Dios es Quien ya ahora nos hace esperar, es más, nos hace «alegres en la esperanza» (Rom 12,12): alegres de esperar, y no solo esperar ser felices. Es la alegría de esperar y no esperar de tener la alegría. Hoy. “Mientras haya vida, hay esperanza”, dice un dicho popular; y es verdad también lo contrario: mientras hay esperanza, hay vida. Los hombres tienen necesidad de la esperanza para vivir y tienen necesidad del Espíritu Santo para esperar.
San Pablo – hemos escuchado – atribuye al Espíritu Santo la capacidad de hacernos incluso “sobreabundar en la esperanza”. Abundar en la esperanza significa no desanimarse jamás; significa esperar «contra toda esperanza» (Rom 4,18), es decir, esperar incluso cuando disminuye todo motivo humano para esperar, como fue para Abraham cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac, y como fue, aún más, para la Virgen María bajo la cruz de Jesús.
El Espíritu Santo hace posible esta esperanza invencible dándonos el testimonio interior que somos hijos de Dios y sus herederos (Cfr. Rom 8,16). ¿Cómo podría Aquel que nos ha dado a su propio Hijo único no darnos toda cosa con Él? (Cfr. Rom 8,32). «La esperanza – hermanos y hermanas – no defrauda: la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rom 5,5). Por esto no defrauda, porque está el Espíritu Santo dentro que nos impulsa a ir adelante, siempre adelante. Y por esto la esperanza no defrauda.
Hay más: el Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros – como Él y gracias a Él – los “paráclitos”, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza. Un cristiano puede sembrar amargura, puede sembrar perplejidad, y esto no es cristiano, y tú, si haces esto, no eres un buen cristiano. Siembra esperanza: siembra el bálsamo de esperanza, siembre el perfume de esperanza y no vinagre de amargura y de des-esperanza. El Beato Cardenal Newman, en uno de sus discursos, decía a los fieles: «Instruidos por nuestro mismo sufrimiento, por el mismo dolor, es más, por nuestros mismos pecados, tendremos la mente y el corazón ejercitados a toda obra de amor hacia aquellos que tienen necesidad. Seremos, según nuestra capacidad, consoladores a imagen del Paráclito – es decir, del Espíritu Santo – y en todos los sentidos que esta palabra comporta: abogados, asistentes, dispensadores de consolación. Nuestras palabras y nuestros consejos, nuestro modo de actuar, nuestra voz, nuestra mirada, serán gentiles y tranquilizantes» (Parochial and plain Sermons, vol. V, Londra 1870, pp. 300s.). Son sobre todo los pobres, los excluidos, los no amados los que necesitan de alguien que se haga para ellos “paráclito”, es decir, consoladores y defensores, como el Espíritu Santo se hace para cada uno de nosotros, que estamos aquí en la Plaza, consolador y defensor. Nosotros debemos hacer lo mismo por los más necesitados, por los descartados, por aquellos que tienen necesidad, aquellos que sufren más. Defensores y consoladores.
El Espíritu Santo alimenta la esperanza no sólo en el corazón de los hombres, sino también en la entera creación. Dice el Apóstol Pablo – esto parece un poco extraño, pero es verdad. Dice así: que también la creación “está proyectada con ardiente espera” hacia la liberación y “gime y sufre” con dolores de parto (Cfr. Rom 8,20-22). «La energía capaz de mover el mundo no es una fuerza anónima y ciega, sino es la acción del Espíritu de Dios que “aleteaba sobre las aguas” (Gen 1,2) al inicio de la creación» (Benedicto XVI, Homilía, 31 mayo 2009). También esto nos impulsa a respetar la creación: no se puede denigrar un cuadro sin ofender al artista que lo ha creado.
Hermanos y hermanas, la próxima fiesta de Pentecostés – que es el cumpleaños de la Iglesia: Pentecostés – esta próxima fiesta de Pentecostés nos encuentre concordes en la oración, con María, la Madre de Jesús y nuestra. Y el don del espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza. Les diré más: nos haga derrochar esperanza con todos aquellos que son los más necesitados, los más descartados y por todos aquellos que tienen necesidad. Gracias.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
(RV).- “El Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros – como Él y gracias a Él – los ‘paráclitos’, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del último miércoles de mayo, la relación que existe entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo.
Continuando su ciclo de catequesis sobre “la esperanza”, el Obispo de Roma ante la inminencia de la Solemnidad de Pentecostés dijo que, el Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”.
Recordando que la Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla, el Pontífice señaló que a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Ante la inminencia de la Solemnidad de Pentecostés no podemos no hablar de la relación que existe entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo. El Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”.
La Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla (Cfr. 6,18-19); y a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.
El Apóstol Pablo concluye su Carta a los Romanos con este deseo, escuchen bien, escuchen bien qué bonito deseo: «Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo» (15,13). Reflexionemos un poco sobre el contenido de esta bellísima palabra.
La expresión “Dios de la esperanza” no quiere decir solamente que Dios es el objeto de nuestra esperanza, es decir, a Quien esperamos alcanzar un día en la vida eterna; quiere decir también que Dios es Quien ya ahora nos hace esperar, es más, nos hace «alegres en la esperanza» (Rom 12,12): alegres de esperar, y no solo esperar ser felices. Es la alegría de esperar y no esperar de tener la alegría. Hoy. “Mientras haya vida, hay esperanza”, dice un dicho popular; y es verdad también lo contrario: mientras hay esperanza, hay vida. Los hombres tienen necesidad de la esperanza para vivir y tienen necesidad del Espíritu Santo para esperar.
San Pablo – hemos escuchado – atribuye al Espíritu Santo la capacidad de hacernos incluso “sobreabundar en la esperanza”. Abundar en la esperanza significa no desanimarse jamás; significa esperar «contra toda esperanza» (Rom 4,18), es decir, esperar incluso cuando disminuye todo motivo humano para esperar, como fue para Abraham cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac, y como fue, aún más, para la Virgen María bajo la cruz de Jesús.
El Espíritu Santo hace posible esta esperanza invencible dándonos el testimonio interior que somos hijos de Dios y sus herederos (Cfr. Rom 8,16). ¿Cómo podría Aquel que nos ha dado a su propio Hijo único no darnos toda cosa con Él? (Cfr. Rom 8,32). «La esperanza – hermanos y hermanas – no defrauda: la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rom 5,5). Por esto no defrauda, porque está el Espíritu Santo dentro que nos impulsa a ir adelante, siempre adelante. Y por esto la esperanza no defrauda.
Hay más: el Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros – como Él y gracias a Él – los “paráclitos”, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza. Un cristiano puede sembrar amargura, puede sembrar perplejidad, y esto no es cristiano, y tú, si haces esto, no eres un buen cristiano. Siembra esperanza: siembra el bálsamo de esperanza, siembre el perfume de esperanza y no vinagre de amargura y de des-esperanza. El Beato Cardenal Newman, en uno de sus discursos, decía a los fieles: «Instruidos por nuestro mismo sufrimiento, por el mismo dolor, es más, por nuestros mismos pecados, tendremos la mente y el corazón ejercitados a toda obra de amor hacia aquellos que tienen necesidad. Seremos, según nuestra capacidad, consoladores a imagen del Paráclito – es decir, del Espíritu Santo – y en todos los sentidos que esta palabra comporta: abogados, asistentes, dispensadores de consolación. Nuestras palabras y nuestros consejos, nuestro modo de actuar, nuestra voz, nuestra mirada, serán gentiles y tranquilizantes» (Parochial and plain Sermons, vol. V, Londra 1870, pp. 300s.). Son sobre todo los pobres, los excluidos, los no amados los que necesitan de alguien que se haga para ellos “paráclito”, es decir, consoladores y defensores, como el Espíritu Santo se hace para cada uno de nosotros, que estamos aquí en la Plaza, consolador y defensor. Nosotros debemos hacer lo mismo por los más necesitados, por los descartados, por aquellos que tienen necesidad, aquellos que sufren más. Defensores y consoladores.
El Espíritu Santo alimenta la esperanza no sólo en el corazón de los hombres, sino también en la entera creación. Dice el Apóstol Pablo – esto parece un poco extraño, pero es verdad. Dice así: que también la creación “está proyectada con ardiente espera” hacia la liberación y “gime y sufre” con dolores de parto (Cfr. Rom 8,20-22). «La energía capaz de mover el mundo no es una fuerza anónima y ciega, sino es la acción del Espíritu de Dios que “aleteaba sobre las aguas” (Gen 1,2) al inicio de la creación» (Benedicto XVI, Homilía, 31 mayo 2009). También esto nos impulsa a respetar la creación: no se puede denigrar un cuadro sin ofender al artista que lo ha creado.
Hermanos y hermanas, la próxima fiesta de Pentecostés – que es el cumpleaños de la Iglesia: Pentecostés – esta próxima fiesta de Pentecostés nos encuentre concordes en la oración, con María, la Madre de Jesús y nuestra. Y el don del espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza. Les diré más: nos haga derrochar esperanza con todos aquellos que son los más necesitados, los más descartados y por todos aquellos que tienen necesidad. Gracias.
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martes, 30 de mayo de 2017
miércoles 31 Mayo 2017 : Libro de Sofonías 3,14-18a.
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miércoles 31 Mayo 2017 : Libro de Isaías 12,2-3.4bcd.5-6.
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miércoles 31 Mayo 2017 : Evangelio según San Lucas 1,39-56.
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miércoles 31 Mayo 2017 : Commentary Benedicto XVI
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El Card. Filoni a la Asamblea OMP: “El Evangelio nunca está anunciado por completo”
Roma – “Nadie envía en misión, sino sólo Dios, involucrándonos en la Pascua de su Hijo. Nadie recibe la misión si no sólo aquellos que, en la fe, se descubren a sí mismos como enviados, involucrados en el amor misericordioso que salva y transforma. La superación de la distinción geográfica de Iglesia que envía y de iglesia que recibe, necesita de la superación de la distinción inadecuada entre la acción pastoral y misión”. Lo ha subrayado el Card. Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, en su discurso pronunciado ayer por la tarde ante la Asamblea general de las Obras Misionales Pontificias , que se está celebrando en Roma .
El Prefecto del Dicasterio Misionero ha reiterado: “Ninguna comunidad cristiana está constituida de forma permanente. Ninguna iglesia local está establecido plenamente. El Evangelio nunca está anunciado por completo. Nuestros corazones nunca estarán plenamente convertidos y salvados, si no en la plenitud de la resurrección. Por ello, la misión es el corazón de la fe, porque el movimiento del amor redentor de Dios no tiene fin. Cada Iglesia necesita de renovación, de rejuvenecer su corazón, porque cada uno de sus hijos está necesitado de conversión, cada una de sus hijas está necesitada de redención”.
A la luz de la exhortación del Papa Francisco a las Obras Misionales Pontificias “a revivir el fervor y la pasión de los santos y de los mártires, sin la cual nos reduciríamos a ser una ONG de recogida y distribución de ayudas materiales y de subsidios”, el Card. Filoni ha propuesto algunas consideraciones.
En primer lugar “el testimonio personal sigue siendo esencial para la misión. Si la fe es un encuentro personal con Cristo, el encuentro vivo con los testigos de Cristo es crucial para la misión... Las actividades de animación misionera deben facilitar el conocimiento, el encuentro y la participación vocacional con estos testigos de la misión”.
El centenario de la Carta Apostólica “Maximum Illud” del Papa Benedicto XV, publicada el 30 de noviembre de 1919, es una ocasión no sólo para conmemorar este texto del Magisterio papal, “tan crucial para el espíritu misionero de toda la Iglesia, sino sobre todo para revivir en todos una verdadera conversión misionera y un auténtico discernimiento pastoral para que todos, fieles y pastores, vivan en un estado permanente de misión”. Por lo tanto el mes de octubre de 2019 será “para toda la Iglesia, un mes extraordinario dedicado a la oración, a la caridad, a la catequesis y a la reflexión teológica sobre la misión”.
El Prefecto del Dicasterio Misionero ha continuado diciendo: “las nuevas circunstancias eclesiales y culturales nos obligan a reconsiderar las modalidades de acción y de trabajo de las cuatro Obras Misionales Pontificias de forma que las Iglesias puedan ponerse en constante movimiento de misión. Debemos encontrar las formas para asegurar que los proyectos y solicitudes de ayuda financiera también pueden ser evaluados en su capacidad de poner a las iglesias solicitantes y a las iglesias donantes en estado permanente de misión”.
En este contexto, el cardenal Filoni ha invitado a “las iglesias en nuestros territorios de misión económicamente más autosuficientes a ofrecer parte de sus subsidios para ayudar a las iglesias locales más necesitadas”, reiterando que “el verdadero objetivo siempre debe ser el anuncio del Evangelio”. Luego ha exhortado a “crecer en el espíritu eclesial inclusivo de la misión única. Las OMP en sus direcciones nacionales, en sus secretariados internacionales, en sus fundaciones, sirven todas unidas a la única solicitud misionera del Papa, que como pastor universal, cuida y se preocupa de las Iglesias gracias a las ayudas de los cristianos de todo el mundo. Todos dan universalmente para que todos puedan recibir universalmente”.
Mientras continua el trabajo para el establecimiento de un único centro tecnológico digital de información de las OMP, que incluye la Agencia Fides, la revista Omnis Terra y el portal de las OMP, que “deben estar cada vez más integrados en un único servicio diversificado de información digital” continua el camino de la reforma del Secretariado Internacional de la Pontificia Unión Misional y del CIAM “en la línea de servicio de la formación permanente a la misión de las Iglesias locales llamadas a abrir sus necesidades de formación cada vez más a la universalidad católica”.
“En su reforma, a través de la escucha y la colaboración con las Iglesias locales, la PUM, que es el corazón de las OMP, podrá ofrecer un estímulo de renovación a todas las demás OMP”, ha subrayado el cardenal, citando en particular la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, que “podría redescubrir, colaborando con la PUM, un servicio educativo en favor y en unión con las Iglesias locales, en temas relacionados con la infancia, como por ejemplo la familia, la maternidad y la paternidad, la vida humana, la educación, la escuela y los jóvenes”. Siguiendo las indicaciones del Papa Francisco, que es particularmente sensible a la protección de los niños, “debemos ser muy activos, en particular mediante la educación de los padres, de los formadores y de los párrocos, etc”.
Link correlati :El texto completo del discurso del Card. Filoni, en italiano
Roma – “Nadie envía en misión, sino sólo Dios, involucrándonos en la Pascua de su Hijo. Nadie recibe la misión si no sólo aquellos que, en la fe, se descubren a sí mismos como enviados, involucrados en el amor misericordioso que salva y transforma. La superación de la distinción geográfica de Iglesia que envía y de iglesia que recibe, necesita de la superación de la distinción inadecuada entre la acción pastoral y misión”. Lo ha subrayado el Card. Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, en su discurso pronunciado ayer por la tarde ante la Asamblea general de las Obras Misionales Pontificias , que se está celebrando en Roma .
El Prefecto del Dicasterio Misionero ha reiterado: “Ninguna comunidad cristiana está constituida de forma permanente. Ninguna iglesia local está establecido plenamente. El Evangelio nunca está anunciado por completo. Nuestros corazones nunca estarán plenamente convertidos y salvados, si no en la plenitud de la resurrección. Por ello, la misión es el corazón de la fe, porque el movimiento del amor redentor de Dios no tiene fin. Cada Iglesia necesita de renovación, de rejuvenecer su corazón, porque cada uno de sus hijos está necesitado de conversión, cada una de sus hijas está necesitada de redención”.
A la luz de la exhortación del Papa Francisco a las Obras Misionales Pontificias “a revivir el fervor y la pasión de los santos y de los mártires, sin la cual nos reduciríamos a ser una ONG de recogida y distribución de ayudas materiales y de subsidios”, el Card. Filoni ha propuesto algunas consideraciones.
En primer lugar “el testimonio personal sigue siendo esencial para la misión. Si la fe es un encuentro personal con Cristo, el encuentro vivo con los testigos de Cristo es crucial para la misión... Las actividades de animación misionera deben facilitar el conocimiento, el encuentro y la participación vocacional con estos testigos de la misión”.
El centenario de la Carta Apostólica “Maximum Illud” del Papa Benedicto XV, publicada el 30 de noviembre de 1919, es una ocasión no sólo para conmemorar este texto del Magisterio papal, “tan crucial para el espíritu misionero de toda la Iglesia, sino sobre todo para revivir en todos una verdadera conversión misionera y un auténtico discernimiento pastoral para que todos, fieles y pastores, vivan en un estado permanente de misión”. Por lo tanto el mes de octubre de 2019 será “para toda la Iglesia, un mes extraordinario dedicado a la oración, a la caridad, a la catequesis y a la reflexión teológica sobre la misión”.
El Prefecto del Dicasterio Misionero ha continuado diciendo: “las nuevas circunstancias eclesiales y culturales nos obligan a reconsiderar las modalidades de acción y de trabajo de las cuatro Obras Misionales Pontificias de forma que las Iglesias puedan ponerse en constante movimiento de misión. Debemos encontrar las formas para asegurar que los proyectos y solicitudes de ayuda financiera también pueden ser evaluados en su capacidad de poner a las iglesias solicitantes y a las iglesias donantes en estado permanente de misión”.
En este contexto, el cardenal Filoni ha invitado a “las iglesias en nuestros territorios de misión económicamente más autosuficientes a ofrecer parte de sus subsidios para ayudar a las iglesias locales más necesitadas”, reiterando que “el verdadero objetivo siempre debe ser el anuncio del Evangelio”. Luego ha exhortado a “crecer en el espíritu eclesial inclusivo de la misión única. Las OMP en sus direcciones nacionales, en sus secretariados internacionales, en sus fundaciones, sirven todas unidas a la única solicitud misionera del Papa, que como pastor universal, cuida y se preocupa de las Iglesias gracias a las ayudas de los cristianos de todo el mundo. Todos dan universalmente para que todos puedan recibir universalmente”.
Mientras continua el trabajo para el establecimiento de un único centro tecnológico digital de información de las OMP, que incluye la Agencia Fides, la revista Omnis Terra y el portal de las OMP, que “deben estar cada vez más integrados en un único servicio diversificado de información digital” continua el camino de la reforma del Secretariado Internacional de la Pontificia Unión Misional y del CIAM “en la línea de servicio de la formación permanente a la misión de las Iglesias locales llamadas a abrir sus necesidades de formación cada vez más a la universalidad católica”.
“En su reforma, a través de la escucha y la colaboración con las Iglesias locales, la PUM, que es el corazón de las OMP, podrá ofrecer un estímulo de renovación a todas las demás OMP”, ha subrayado el cardenal, citando en particular la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, que “podría redescubrir, colaborando con la PUM, un servicio educativo en favor y en unión con las Iglesias locales, en temas relacionados con la infancia, como por ejemplo la familia, la maternidad y la paternidad, la vida humana, la educación, la escuela y los jóvenes”. Siguiendo las indicaciones del Papa Francisco, que es particularmente sensible a la protección de los niños, “debemos ser muy activos, en particular mediante la educación de los padres, de los formadores y de los párrocos, etc”.
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Signo de salvación: el matrimonio
Cada día nos llegan noticias sobre el matrimonio a través de distintos medios y procedentes de distintas fuentes. Las noticias que más abundan son las de la beautiful people. Están en todos los saraos del cine, de algunos programas de televisión.
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lunes, 29 de mayo de 2017
martes 30 Mayo 2017 : Libro de los Hechos de los Apóstoles 20,17-27.
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martes 30 Mayo 2017 : Salmo 68(67),10-11.20-21.
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martes 30 Mayo 2017 : Evangelio según San Juan 17,1-11a.
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