miércoles 10 Diciembre 2014 Miércoles de la segunda semana de AdvientoSanta Eulalia de Mérida Leer el comentario del Evangelio por Regla del Maestro : "Venid a mí todos los que estáis agobiados...” Isaías 40,25-31. Dice el Santo: "¿A quién me van a asemejar, para que yo me iguale a él?" . Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos seres? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo! ¿Por qué dices Jacob, y lo repites tú, Israel: "Al Señor se le oculta mi camino y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios?" ¿No lo saber acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, él crea los confines de la tierra; no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable. El fortalece al que está fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor. Los jóvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen. Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan. Salmo 103(102),1-2.3-4.8.10. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias;rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura.El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia;no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. Mateo 11,28-30. Jesús tomó la palabra y dijo: "Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana." Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por : Regla del Maestro (regla monástica del s. VI) SC 105, Cerf. "Venid a mí todos los que estáis agobiados...” Atravesamos esta vida en medio de la ignorancia y la inseguridad. Nuestro viaje por este mundo nos ha cargado con un pesado fardo de negligencia culpable... De repente, sin esperarlo, hacia oriente, hemos descubierto un manantial de agua viva. Mientras nos apresuramos para llegar hacia la fuente, la voz de Dios nos llega con gran clamor: “Venid por agua todos los sedientos” (Is 55,1) Al vernos llegar, cargados con pesadas cargas, la voz nos insiste: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, yo os aliviaré.”(Mt 11,29)Y cuando hemos escuchado esta voz llena de bondad, hemos tirado nuestras cargas al suelo. Angustiados por la sed nos hemos tendido por tierra para llegar, ávidos de alivio, a la fuente. Hemos bebido hasta saciarnos y nos hemos levantado, renovadas nuestras fuerzas. Después de habernos levantado, nos hemos quedado junto a la fuente, estupefactos por la desmesura de nuestra alegría. Miramos el yugo que habíamos arrastrado a lo largo del camino y toda la carga que nos oprimía hasta morir... Mientras estábamos absorbidos por estas consideraciones, de nuevo escuchamos la voz que venía de la fuente de la vida: “Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.” (Mt 11,30) Al oír estas palabras nos dijimos unos a otros: “No nos echemos atrás después de haber encontrado la vida, gracias a esta fuente... No nos carguemos de nuevo el peso de nuestros pecados que habíamos tirado lejos de nosotros mientras íbamos hacia la fuente del bautismo... Ahora hemos recibido la sabiduría de Dios... Por la voz del Señor hemos sido invitados al reposo.”
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