lunes, 19 de enero de 2015

El Evangelio del Día

martes 20 Enero 2015 Martes de la segunda semana del tiempo ordinarioSan Sebastián de Narbona Leer el comentario del Evangelio por Baudoin de Ford : «El sábado se hizo para el hombre» Hebreos 6,10-20. Hermanos: Dios no es injusto para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que tienen por su Nombre, ese amor demostrado en el servicio que han prestado y siguen prestando a los santos. Solamente deseamos que cada uno muestre siempre el mismo celo para asegurar el cumplimento de su esperanza. Así, en lugar de dejarse estar perezosamente, imitarán el ejemplo de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no podía jurar por alguien mayor que él, juró por sí mismo, diciendo: Sí, yo te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia numerosa. Y por su paciencia, Abraham vio la realización de esta promesa. Los hombres acostumbran a jurar por algo más grande que ellos, y lo que se confirma con un juramento queda fuera de toda discusión. Por eso Dios, queriendo dar a los herederos de la promesa una prueba más clara de que su decisión era irrevocable, la garantizó con un juramento. De esa manera, hay dos realidades irrevocables -la promesa y el juramento- en las que Dios no puede engañarnos. Y gracias a ellas, nosotros, los que acudimos a él, nos sentimos poderosamente estimulados a aferrarnos a la esperanza que se nos ofrece. Esta esperanza que nosotros tenemos, es como un ancla del alma, sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor, convertido en Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Salmo 111(110),1-2.4-5.9.10c. Doy gracias al Señor de todo corazón, en la reunión y en la asamblea de los justos.Grandes son las obras del Señor: los que las aman desean comprenderlas.Él hizo portentos memorables, el Señor es bondadoso y compasivo.Proveyó de alimento a sus fieles y se acuerda eternamente de su alianza.Él envió la redención a su pueblo, promulgó su alianza para siempre: Su Nombre es santo y temible.¡El Señor es digno de alabanza eternamente! Marcos 2,23-28. Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?". El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?". Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado". Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por : Baudoin de Ford (¿-c. 1190), abad cisterciense, después obispo El sacramento del altar, 3, 2 «El sábado se hizo para el hombre» La felicidad verdadera consiste en el santo reposo y la santa saciedad de los cuales el sábado y el maná son símbolos. El Señor, después de haber dado el sábado y el maná a su pueblo, con el descanso y el alimento que prefiguraban la verdadera dicha que dará a los que le obedecen, les reprocha su desobediencia que puede hacerles perder los bienes más deseables: «¿Hasta cuándo rechazaréis guardar mis mandamientos y mi Ley?» (Ex 16,28)... Después de esta pregunta del Señor, Moisés invita a sus hermanos a considerar los beneficios de Dios: «Fijaos en que el Señor os ha dado el sábado y doble porción del maná el sexto día para que consintáis en servirle». Esta advertencia significa que Dios dará a sus elegidos el descanso por su trabajo, y las consolaciones de la vida presente y de la vida futura. Pero además, en este pasaje se nos sugieren dos formas de vida: la vida activa, en la que es preciso trabajar ahora, y la vida contemplativa por la cual se trabaja, en la cual nos emplearemos únicamente en la contemplación de Dios. La vida contemplativa, aunque sobre todo pertenece al mundo venidero, debe, sin embargo, estar representada en esta vida por el santo descanso del sábado. Refiriéndose a este descanso Moisés añade: «Que cada uno se quede en su casa; nadie debe salir el sábado». Dicho de otra manera: Que cada uno descanse en su casa y el sábado no salga para ninguna clase de trabajo. Esto no enseña que en el tiempo de la contemplación debemos permanecer en casa, no salir a través de deseos prohibidos, sino recoger toda nuestra intención «por la pureza de corazón» [como dice san Benito] para pensar en solo Dios y amarle solo a él.



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