Si estamos atentos, vemos que entre la primera lectura y el Evangelio hay un gran parecido: en ambos casos Dios obra al margen del pequeño círculo de los elegidos, con los consiguientes celos: “¿Estás celoso de mí?”. Unos profetizaban otros echaban demonios “y se lo hemos querido impedir, porque no son de los nuestros”.
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