¡Vuelve mañana Juan!, una voz grita en nuestras plazas, ¿no era en el desierto? Sí, pero nuestras plazas a veces, son desiertos, aunque estén llenas de gente: “Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. ¡No me grites muchacho!, y vístete decentemente si quieres decirme algo: “Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero en la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre”.
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