sábado, 30 de marzo de 2019

domingo 31 Marzo 2019 : Commentary San Pedro Crisólogo

Si bien es cierto que no nos gusta la conducta de este joven, lo que nos hace horror es que se marchara de su casa: en lo que se refiere a nosotros, ¡no nos alejemos nunca de un padre como éste! Tan sólo la vista de este padre nos hace huir del pecado, rechaza la falta, excluye toda mala conducta y toda tentación. Pero, si ya nos hemos marchado, si hemos malgastado toda la herencia del padre en una vida desordenada, si hemos sido capaces de cometer cualquier falta o fechoría, si hemos caído en el abismo de la impiedad y en el hundimiento total, tengamos el buen momento de levantarnos y regresemos a un padre tan bueno invitados por un ejemplo tan bello. «Cuando todavía estaba lejos su padre lo vio y se conmovió, y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo». Os pregunto: ¿qué lugar hay aquí para la desesperación? ¿Qué pretexto para tener una excusa? ¿Qué falsa razón para temer? A no ser que se tema el encuentro con el padre, que se tenga miedo a sus besos y a sus abrazos; a no ser que se crea que el padre, cuando coge a su hijo por la mano, lo pone junto a su corazón y le aprieta con sus brazos, quiere tocar para recuperar, en lugar de recibir para perdonar. Pero si se diera un tal pensamiento que aplasta la vida, que se opone a nuestra salvación, es ampliamente vencido, ampliamente anonadado por lo que sigue: «El padre dijo a sus criados: Sacad enseguida el mejor traje para vestirlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado». Después de haber escuchado esto ¿podemos todavía demorarnos? ¿Qué esperamos para volver al padre?

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