sábado, 22 de febrero de 2020

domingo 23 Febrero 2020 : Commentary San Máximo el Confesor

Feliz el hombre que puede amar igualmente a todos los hombres. Feliz el hombre que no se apega a nada de lo que es corruptible y pasajero. (…) Quien ama a Dios, ama con certeza también a su prójimo. Un hombre así no puede guardar lo que posee sino que lo dispensa, como haría Dios, ofreciendo a cada uno lo que necesite. Quien da limosna imita a Dios, ya que no hace diferencias entre el hombre malo y el bueno, el justo y el injusto (cf. Mt 5,45). Le basta que tenga una carencia para su cuerpo. Da a todos por igual según lo necesiten, aunque prefiera al hombre virtuoso con su buena voluntad más que al malvado. Dios, por naturaleza, es bueno e impasible, ama a todos de la misma manera ya que son su obra. Pero glorifica al virtuoso porque le está unido por el conocimiento. En su bondad, tiene misericordia del malvado y cuando lo instruye en este siglo, lo encamina hacia la conversión. Quien es bueno e impasible, ama a todos los hombres de la misma manera. Al virtuoso por su naturaleza y buena voluntad y al impío lo ama por su naturaleza o por la compasión que tiene por él, que va como un necio caminando en las tinieblas. La disposición a la caridad se manifiesta no sólo por compartir la riqueza, sino más aún en la generosidad para transmitir la palabra y para atender los requerimientos de otros en el cuerpo. (…) “Yo les digo, amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores” (Mt 5,44), exhorta el Señor.

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