jueves, 24 de diciembre de 2020

viernes 25 Diciembre 2020 : Commentary San Amadeo de Lausanne

Por una admirable condescendencia, por un amor sorprendente e increíble, Dios descendió en un cuerpo y habiéndose hecho carne, ha visitado a los hijos de Adán. (…) El hijo de Dios se convirtió en Hijo del hombre, por lo cual, en la unidad de la persona es a la vez Dios y hombre: Dios engendrado de la sustancia del Padre antes de los siglos y hombre nacido de la sustancia de su madre en el curso de los siglos. Gigante de doble naturaleza, ha saltado con alegría para cantar en la cítara de nuestro cuerpo, con palabras melodiosas y acentos harmoniosos. Produce sonidos suaves y hermosos con el instrumento formado por nuestra carne, haciendo surgir una música de inefable harmonía. Ella endereza las piedras, sacude los árboles, domestica las bestias salvajes y conduce a las alturas a los hombres liberados de su carne. Con la suavidad de esta música admirable, de piedras hizo hijos de Abraham y a los árboles de los bosques -el corazón de los paganos- los puso en movimiento hacia la fe. Las bestias feroces - pasiones salvajes y ruda barbarie- las domesticó hasta una buena conducta. Los hombres surgidos entre los hombres, los estableció en el rango de los dioses. Es con razón que (…) cantos resuenan hasta las extremidades de la tierra.

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