martes, 11 de noviembre de 2014

El Evangelio del Día

miércoles 12 Noviembre 2014 Miércoles de la trigésima segunda semana del tiempo ordinarioSan Josafat de Polotsk Leer el comentario del Evangelio por Santa Faustina Kowalska : "Se arrojó a los pies de Jesús, dándole gracias." San Pablo a Tito 3,1-7. Querido hermano: Recuerda a todos que respeten a los gobernantes y a las autoridades, que les obedezcan y estén siempre dispuestos para cualquier obra buena. Que no injurien a nadie y sean amantes de la paz, que sean benévolos y demuestren una gran humildad con todos los hombres. Porque también nosotros antes éramos insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de los malos deseos y de toda clase de placeres, y vivíamos en la maldad y la envidia, siendo objeto de odio y odiándonos los unos a los otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna. Salmo 23(22),1-3a.3bc-4.5.6. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilasy repara mis fuerzas.Me guía por el recto sendero,por amor de su Nombre.Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza.Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa.Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. Lucas 17,11-19. Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado". Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por : Santa Faustina Kowalska (1905-1938), religiosa Diario, 1286 "Se arrojó a los pies de Jesús, dándole gracias." Te agradezco, oh Dios, por todas las gracias. De las cuales me colmas continuamente, Las que me iluminan como los rayos de sol, Y con las cuales me indicas el camino seguro. Gracias, oh Dios, por haberme creado, Por haberme llamado a la existencia de la nada, Y por grabar en mí Tu divino sello, Y lo has hecho únicamente por amor. Gracias, oh Dios, por el santo bautismo, Que me insertó en la familia divina, Es un gran e inconcebible don de la gracia, Que nos transforma las almas. Gracias, oh Señor, por la confesión, Por esta fuente de grandísima misericordia, Que es inagotable, Por este manantial inconcebible de gracias, En el cual blanquean las almas manchadas por el pecado. Gracias, oh Jesús, por la Santa Comunión, En la cual Tu Mismo Te nos das. Siento Tu Corazón latir en mi pecho, Mientras Tu Mismo desarrollas en mí la vida divina. Gracias, oh Espíritu Santo, por el sacramento de la confirmación, Que me arma Tu caballero Y da fuerza al alma en cada momento, Y me protege del mal. Gracias, oh Señor, por el sacramento de la unción, Que me fortificará en los últimos momentos Para luchar y me ayudará a salvarme, Y dará fuerzas al alma para que podamos gozar eternamente. Gracias, oh Dios, por todas las inspiraciones, De las cuales me colma Tu bondad, Por estas iluminaciones interiores del alma, Que es imposible expresar, pero que el corazón percibe. Gracias, oh Santísima Trinidad, por esta inmensidad de gracias, De las cuales me has colmado incesantemente durante toda la vida. Mi gratitud crecerá al despuntar la eterna aurora, Cuando por primera vez entone Tus alabanzas.



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