miércoles, 12 de noviembre de 2014

El Evangelio del Día

jueves 13 Noviembre 2014 Jueves de la trigésima segunda semana del tiempo ordinarioSan Leandro de Sevilla, , San Estanislao de Kostka, Leer el comentario del Evangelio por San Juan Casiano : El Reino de Dios entre nosotros y dentro de nosotros Pablo a Filemón 1,7-20. Por mi parte, yo he experimentado una gran alegría y me he sentido reconfortado por tu amor, viendo cómo tú, querido hermano aliviabas las necesidades de los santos Por eso, aunque tengo absoluta libertad en Cristo para ordenarte lo que debes hacer, prefiero suplicarte en nombre del amor, Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión. Antes, él no te presto ninguna utilidad, pero ahora te será muy útil, como lo es para mí. Te lo envío como si fuera yo mismo. Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario. Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mi mismo. Y si él te ha hecho algún daño o te debe algo, anótalo a mi cuenta. Lo pagaré yo, Pablo que firmo esta carta de mi puño y letra. No quiero recordarte que tú también eres mi deudor, y la deuda eres tú mismo. Sí, hermano, préstame ese servicio por amor al Señor y tranquiliza mi corazón en Cristo. Salmo 146(145),7.8-9a.9bc-10. Hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos,El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justosy protege a los extranjeros.Sustenta al huérfano y a la viuday entorpece el camino de los malvados.El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. Lucas 17,20-25. Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes". Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación." Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. Leer el comentario del Evangelio por : San Juan Casiano (c. 360-435), fundador de la Abadía de Marsella Conferencia 1, SC 42 El Reino de Dios entre nosotros y dentro de nosotros Según nuestro juicio, sería una impureza apartarnos, ni que fuera por un momento, de la contemplación de Cristo. Cuando nuestra atención se ha desviado en algo de este divino objeto, volvamos a él los ojos de nuestro corazón y conduzcamos la dirección de nuestra mirada interior hacia él. Todo yace en le santuario profundo del alma. Cuando el diablo ha sido expulsado de allí y los vicios ya no tienen poder en ella, se establece en nosotros el Reino de Dios. Pero, el “Reino de Dios”, dice el evangelista, no viene de manera ostentosa que se pueda percibir con los ojos... En verdad, el Reino de Dios está dentro de vosotros. (cf Lc 17,20-21) En nosotros no pueden habitar a la vez el conocimiento y la ignorancia de la verdad, el amor al vicio y a la virtud. Por lo tanto, somos nosotros quienes damos el poder sobre nuestra corazón o al demonio o a Cristo. El apóstol, a su vez, describe así la naturaleza de este Reino: “Porque el reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en la fuerza salvadora, en la paz y la alegría que proceden del Espíritu Santo.” (Rm 14,17) Si, pues, el Reino de Dios está dentro de nosotros mismos, y si consiste en la justicia, la paz y la alegría, todos los que viven practicando estas virtudes están, sin duda, en el Reino de Dios... Levantemos la mirada de nuestra alma hacia el Reino que es gozo sin fin.



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